“Tengo 52 años, peso 300 libras y he realizado 10 películas”.

De esta forma, Guillermo Del Toro abrió el discurso con el que recibió el León de Oro, máximo galardón entregado en el Festival de Cine de Venecia. Con esta simpleza característica, Del Toro ha forjado una carrera de más de 3 décadas.

Con The Shape of the Water -su última película-, el mexicano parece dar el paso definitivo hacia el Olimpo cinematográfico, un camino que empezó con el estreno en 1985 de Doña Lupe, un mediometraje de terror que contaba la historia de una anciana que renta una pequeña habitación a un grupo de delincuentes.

Desde aquel lejano año, el cineasta tuvo muy claras las claves de su cine, esa combinación entre horror, ciencia ficción y realismo que le daba a su arte una rarísima cualidad que se mueve entre la locura de lo fantástico y la relevancia de lo social.

Con Cronos -aquella fábula alquimista de 1993-, Guillermo asaltó Cannes y se puso en el mapa de la industria, su siguiente experimento nos trajo Mimic, una película muy apegada a la ciencia ficción de los años noventa. Aunque este film resultó -en mi opinión-, un paso atrás en la carrera del director, no dejaba de tener un sello personal, los monstruos de Del Toro tenían alma, corazón y mucha… mucha vida.

Cronos

La industria española y americana arroparon los siguientes proyectos del cineasta, México no fue capaz de entender y apoyar sus peculiares fantasías, las quimeras y los monstruos no tenían cabida en un país que solo auspiciaba comedias superfluas y falsos experimentos sociales.

A diferencia de muchos directores, su paso por el cine de super héroes no fue una cuestión de moda o dinero. Del Toro es un geek por naturaleza, su ñoñez innata dotaron a sus películas de un encanto y meticulosidad inaudita en el cine basado en cómics. Hellboy y Blade se desmarcaban del resto de las películas del género y junto con Shyamalan, revitalizaron un sector moribundo y desahuciado.

Hellboy

El Laberinto del Fauno resultó un parte aguas en su carrera, la épica gótica de Del Toro golpeó fuertemente al mundo. Sus personajes -dignos de la peor pesadilla de Lovecraft- y su tragedia desgarradora, le valieron el reconocimiento de la crítica y el público a nivel mundial. Guillermo Del Toro ya no era solamente un artesano de la ciencia ficción, era un artista de la fantasía.

El Laberinto del Fauno

Sus últimos proyectos, algunos fallidos y otros exitosos, nunca abandonaron la congruencia con la que el tapatío ha trabajado en 30 años. Su carnaval geek –Pacific Rim– y su novela gótica –La Cumbre Escarlata– son sólo pasos lógicos hacia el perfeccionamiento de un estilo e ideología forjada en la inteligencia y la honestidad.

Pacific Rim

Todo lo que sé es que si te mantienes puro y continúas teniendo fe, en lo que sea que la tengas depositada, en mi caso son los monstruos… eventualmente, las cosas salen bien.

Así cerró su discurso de aceptación Guillermo del Toro, el cuenta cuentos, el creador de monstruos, el mejor cineasta mexicano en vida.