Esta es la tercera llamada, tercera… ¡Comenzamos!
Entonces, el telón se abre. Una luz indica a los ojos en las butacas donde centrar su atención, las primeras acciones suceden en el escenario y se pronuncian las primeras líneas. Así es el teatro, un arte que no deja rastro tangible de la obra, quizá un par de carteles sobrevivan en el tiempo. A diferencia de otras expresiones, el teatro se vive en tiempo real. Aún las puestas en escena que duran años y años en cartelera no pueden garantizar a su audiencia ver u oír siempre lo mismo.
El teatro es tan efímero como solía ser la música antes de la invención del fonoautógrafo; es tan complejo como lo es cualquier producción cinematográfica, pero sin las ventajas de la postproducción. El teatro evoca y se entiende con la imaginación de la misma manera que la literatura. Como la arquitectura, construyen espacios, aunque uno sea de manera temporal. Es tan viejo como la escultura y se hace en cualquier espacio como la pintura. Si alguna de las bellas artes se le asemeja es la danza, pero aún así el teatro es único.
Desde aquella clásica puesta en escena donde un tal Romeo le juega el peor de los chistes a su amada Julieta, hasta un par de actrices dando voz a una vagina son parte de la gama que han marcado la cartelera mexicana. Historias traídas desde Broadway han pisado tierra azteca pero también las calles han abierto espacios para difundir y promover el teatro en nuestro país.
Para algunos atravesamos una situación crítica; para otros, cada día hay esperanza para las taquillas. Producciones independientes, asociaciones y otros proyectos han buscado mantener vivos los escenarios al motivar a los mexicanos a ocupar las butacas de los recintos teatrales. La realidad es que gozamos de una amplia oferta: microteatro, clown, musicales, comedia, cabaret, universitario, monólogos y lo inclasificable que terminará llamándose experimental. Sí, México puede tener un público poco entusiasta para el teatro pero vaya que tiene variedad de montajes.
Decir que los costos son elevados es decir que uno no hace ejercicio por falta de tiempo: son puras excusas, pues. Es verdad que de aquellas obras de las que mucho escuchamos tienen un precio promedio arriba de los 400 pesos -sí, de las localidades más baratas, de ahí para arriba-. Sin embargo, de las cuatro horas o más en promedio que navegamos en Internet podríamos dedicar 10 minutos para encontrar una oferta que va de los 100 a los 200 pesos y que no por ello sacrifican calidad. Créanme, no lo hacen.
Si aún les parece caro, el Centro Cultural del Bosque tiene una oferta aún más accesible, menos de 100 pesos por boleto. También hay teatros que ofrecen promociones en sus páginas o los jueves encontrarán un fabuloso 2×1 en el gran sistema de venta de boletos. No hay mejor forma de celebrar el Día Mundial del Teatro que asistiendo a sus recintos para escuchar ese inicio que marca el triunfo de este arte: Esta es la tercera llamada…