Libertad y Tango
De cómo Piazzolla llega al tango
Es inevitable hablar sobre la osadía que el compositor argentino Astor Piazzolla, realizó durante su carrera para llegar a la cima. Su paso por el tango fue un baile con giros inesperados cuyo final culminó en obras maestras. Hoy, el bandoneonista nacido en Mar de Plata es memorado como los músicos más icónicos del siglo XX.
En la década de los 50, Piazzolla estudiaba música en Francia, para entonces era un adulto de treinta años; asiduo estudiante de música y admirador de Johann Sebastian Bach. Su inspiración lo condujo a París para responder a la pregunta ¿música clásica o tango? Su objetivo era elegir entre ambos géneros para saber a cuál dedicarse.
Una vez arribado a la “Ciudad del Amor”, Astor se encontró con Nadia Boulanger, reconocida por ser la pedagoga más importante del siglo XX, al educar a los compositores más célebres de la época, se detuvo a revisar y escuchar las piezas clásicas del argentino, sin embargo, nunca se convenció de su calidad.
De acuerdo con Boulanger y con otros críticos, los arreglos de música clásica de Piazzolla carecían de esencia, de modo que la maestra no se interesaría darle lecciones al “Gran Astor”, hasta que le preguntó si tenía otra pieza que pudiera mostrarle.
Con cierta timidez, Astor Piazzolla se sentó en un piano y comenzó a tocar una de sus composiciones de tango. Boulanger ni siquiera se esperó a terminar la pieza, sostuvo las manos de quién sería su nuevo estudiante y le comentó: “no abandone jamás esto. Ésta es su música. Aquí está Piazzolla”.
La emancipación del conservadurismo argentino
Piazzolla atravesó una aventura digna de un “Cid Campeador”, el arreglista argentino fue apuñalado por los mismos compositores del tango al desaprobar su música. Astor fue tachado por los puristas tradicionalistas del “tango clásico” como un esnob que hacía del género algo vulgar, disonante y fuera de ritmo.
Ante el constante zapateo a la música de Piazzolla, éste no tuvo precaución al defender sus obras, creadas a partir de libertad, sentimiento y un espíritu innovador.
En 1954 declaró “sí, es cierto, soy un enemigo del tango; pero del tango como ellos lo entienden. Ellos siguen creyendo en el compadrito, yo no. Creen en el farolito, yo no. Si todo ha cambiado, también debe cambiar la música de Buenos Aires. Somos muchos los que queremos cambiar el tango, pero estos señores que me atacan no lo entienden ni lo van a entender jamás. Yo voy a seguir adelante, a pesar de ellos”.
Piazzolla se convirtió en enemigo de los tangueros, siendo catalogado como “El Asesino del Tango”, incluso las radiodifusoras eludían reproducir sus piezas, algo que hoy puede considerarse censura. Astor jamás cedió terreno y siguió a paso firme, decidió categorizar su música como “Nuevo Tango”.
Durante la década de los 60 y 70, Piazzolla se consagró como la leyenda que es hoy día, dejando enmudecido a todos los conservadores cuya cerradumbre los imposibilitaba a apreciar sin prejuicios las majestuosas composiciones de la música contemporánea.
Libertango
Libertad y tango son los elementos que bailan al compás de Piazzolla para crear una de sus obras más emblemáticas en 1974, un mensaje de elegancia, pasión y furia solventados en un género caracterizado por su atractivo rítmico y sus vaivenes de potencia.
Libertango es un espiral de misterio provocado por los tonos graves y repetitivos del bandoneón, el bajo colabora a recrear esa sensación de introyección al mantenerse constante y soltarse en ocasiones para añadir un arreglo de notas agudas. Sin duda, su primera pieza es la invitación perfecta para levantarse a sentir la experiencia del tango.
Para crear un ambiente de tango progresivo, Undertango utiliza toda una clase de transiciones elaboradas con una flauta transversal, tresillos de guitarra eléctrica y un piano que marca junto con la batería un aumento de tiempo en el compás. Totalmente un aporte innovador y agradable para el género.
Violentango hace honor en cada segundo su concepto de tango violento. Desde el inicio hasta el fin podemos apreciar una composición llena de pasión desbordada que puede hervir la sangre de la persona más fría. El bandoneón ruge sin perder calidad, la batería y el bajo acompañan con elegancia y proponen un ritmo tan pegadizo que llevará días liberarse.
Este disco sintetiza la propuesta innovadora del “Gran Astor”, escuchar el disco es elegir una experiencia musical reflexiva, divertida, romántica y única. Libertango, más allá de simbolizar la libertad y el tango, muestra una capacidad de añadir elementos extra para mejorarlo sin abandonar las raíces, lo cual es un digno ejemplo a seguir.