Al Teatro con el Diablo
Textos y fotos: Ofelia Correa y José Luis Gutiérrez
Con una alfombra morada por la que desfilaron actores de la talla de Arturo Beristáin, Juan Ignacio Aranda y Lisbi Cuéllar, así como el dramaturgo y director Miguel Sabido; es como dio inicio la temporada número 36 de Al Teatro con el Diablo de Microteatro, la cual reúne a destacados dramaturgos, directores y actores, para reinterpretar la tradicional pastorela mexicana, con trece micro obras que retratan temas de actualidad con un toque único.
Con quince minutos por obra, en un espacio no mayor a quince metros cuadrados y con un aforo de 15 espectadores máximo, es como Microteatro apuesta por presentar esa eterna lucha entre el bien y el mal, que con un toque crítico y humorístico trae consigo la llegada de la natividad. El poeta Miguel Sabido, habló del reto que significó montar una puesta en escena de estas características y del cual salió avante con el montaje de Pastorela de los pastores sentados que se estará presentando en la sala 9 de Microteatro.
El placer del éxtasis de Verónica Musalem y dirigida por Silvia Ortega, El oráculo de Luis Ahyllón y dirección de Gabriela Ochoa y En guardia escrita y dirigida por Flavio González Mello; son sólo algunos de los trece montajes que se pueden disfrutar en los diferentes escenarios de Microteatro.
Durante la noche de estreno pudimos disfrutar de cuatro de las obras que conforma esta temporada y sólo para darte una idea de lo que podrás ver te invitamos a seguir leyendo.
Y el Oscar es para…
No Crucen Peregrinos, escrita por Alejandro Román y Dirigida por Xavier Villanova, pone el dedo sobre la llaga en el tema de la migración. Se despoja del papel de víctima que el mexicano se autoimpone y cuestiona si éste, también, funge como victimario.
A través de referencias a la cultura norteamericana, que se ha asentado en el país, la pieza realiza un análisis profundo, serio y crudo de ingente esfuerzo que realizan miles de personas para conseguir el tan anhelado sueño americano, sueño que se ve frustrado por Donald Trump, “el diablo de la peluca naranja”.
La historia comienza con un ritual prehispánico trastocado por la influencia de una ideología ajena a la cultura mexicana, pero que se ha impregnado en sus raíces y se niega a salir; una clara crítica a la aculturación que padece México gracias a las imposiciones de su vecino del norte.
Este dominio de la cultura norteamericana sale a relucir con una obvia referencia a la cinta Kill Bill, de Quentin Tarantino, por medio de la cual los protagonistas Xavier Villanova y Frida Astrid, ejemplifican (con un toque de humor negro) el rechazo que padecen los inmigrantes en su odisea hacia una vida mejor.
El viaje del migrante se expone a través de crónica bíblicas que han sido tergiversadas con la ideología del rechazo, juegos y competencias olímpicas que imponen obstáculos a los viajeros y la aparición de un muro ideológico que parece insalvable.
En un espacio de quince metros y con dos actores que adoptan el rostro de distintas ideologías del rechazo, No Crucen Peregrinos condensa un viaje de miles de kilómetros hasta llegar a una ceremonia de premios de la Academia, en donde el autor demuestra que las ideas que creemos propias como nación, no son más que unas historias fabricadas por la industria estadounidense que hemos adoptado gustosamente.
Vamos hacia el este
La historia del nacimiento de Jesús y las representaciones que se han realizado de este evento, basan su argumento en los escrito en la Biblia, la cultura occidental se ha apropiado de este mito ya establecido cánones que parecen imperecederos. El escritor y dramaturgo Mario Moncada rompe estos paradigmas y a través de su obra Libro de María (dirigida por David Heredia) nos cuenta el nacimiento de Jesús desde otro punto de vista, el del Islam.
Basada en las crónica de la Sura tres (La familia de Imran) del Corán, con tres actores en escena (Gerardo Gallardo, Luis Alfonso Figueroa y Cristóbal Martínez) y a través de cantos ceremoniales, la obra nos cuenta la historia de María, desde su nacimiento, la anunciación de su designación como madre de un profeta, hasta el nacimiento de Jesús en un desierto.
Resulta interesante que a pesar de que María es la protagonista de esta historia, está contada por tres hombres que, a través de cantos, nos narran las vicisitudes de María ante el escepticismo de las personas que la consideraban promiscua. María nos está vedada, ella se manifiesta a través de la palabra y es por medio de la palabra que los personajes buscan convencer al asistente de la veracidad de su narración.
Con música en vivo y un juego de luces que se modifican con relación a los relatos narrados y al matiz que imponen los actores, la obra muestra una historia distinta a la que conocemos acerca de Jesús y su nacimiento. Los personajes pugnan por acercar al espectador a una nueva visión de una historia imperecedera.
Levántense, corran… vamos a Belén
Con las actuaciones de Juan Ignacio Aranda, Samuel Loó, Nacho Torre, Elsy Jiménez y Lisbi Cuéllar, el dramaturgo y poeta Miguel Sabido nos presenta Pastorela de pastores sentados, una micro obra en la que, a través de la comedia, el autor muestra los lastres que impiden a la sociedad mexicana avanzar.
La premisa de la obra se basa en la pastorela cotidiana, pero en lugar de María es Tonantzin (deidad mexica) quien ha dado a luz. Los pastores deben apresurarse para “adorar al niño hermoso, que los espera jubiloso”; sin embargo, el diablo tratará de impedir que los pastores lleguen a su destino tentándolos con futbol, tamales, bailes y… sexo.
Dichas tentaciones sirven a Sabido como vehículo para realizar una crítica hacia lo que los mexicanos consideran importante y que no es más que una luz enajenante que los aparta de sus objetivos y los hunde en el conformismo.
El público juega un papel importante en esta obra, pues fungen como los pastores sentados, una masa apática que debe ser arengada y motivada para (apenas) moverse, espejo a través del cual el dramaturgo realiza una dura crítica al mexicano contemporáneo.
La escenografía y vestuarios, pintados a mano por el artista Víctor Gochez y diálogos en verso, dotan a esta obra de un toque único, ensalza las tradiciones prehispánicas mexicanas y propone un sincretismo religioso dominado por árboles de la vida y una virgen morena.
De Belén al averno
Con una excelente actuación de Arturo Beristáin y Judith Inda, bajo la dirección de Luis de Tavira y con el texto del escritor Juan Villoro, El Diablo, es un montaje que nos transporta al averno, donde el mismísimo Satanás se presenta a una entrevista de trabajo y se encuentra con una reclutadora que lo intentará llevar al límite de su maldad, para ver si puede cumplir con las funciones que requiere desempeñar el rey del inframundo.
El director Luis de Tavira, a través de esta obra, intenta construir un espejo en el que el espectador se encuentre a sí mismo y a su acontecer, para preguntarse qué será el paraíso hoy y qué es realmente el infierno.
Con una escasa escenografía en un cuarto blanco, que consta de un escritorio y dos sillas, muebles que asemeja la oficina de reclutamiento de cualquier empresa gubernamental, y con un apoyo sonoro que logra mantenernos al filo del asiento en más de una ocasión; es como esta obra nos muestra a un diablo que bien podría encajar en la descripción de cualquiera de nosotros, y que deja en claro que no son necesarios los cuernos o el color carmín en la piel, para parecernos a este mítico personaje que es más humano que nunca.
Al Teatro con el Diablo se estará presentando del 13 de diciembre de 2018 al 6 de enero 2019, con seis funciones diarias en Microteatro México ubicado en la colonia Santa María la Ribera. Son trece micro obras que no te quieres perder.
- MicroTeatro México
- Comedia, Drama, Contemporáneo
- Del 13 de diciembre de 2018 al 6 de enero 2019.
- Dramaturgia: Varios.
- Dirección: Varios.
- Elenco: Varios.
- Horario: (6 funciones diarias) martes y miércoles a partir de las 19:00 horas, jueves y viernes a partir de las 20:00 horas, sábado 19:00 horas y domingo 18:00 horas.