DIVINO AMOR
Divino amor, con una duración de 101 minutos y catalogada dentro del drama, religión y distopía, fue grabada, producida y estrenada en Brasil, donde la cinta pisó los cines el 27 junio del 2019. Después llegó a México con la Muestra Internacional de Cine de la Cineteca y ahora, después de que la pandemia interrumpiera su ciclo en las pantallas grandes, por fin regresa esta cinta a nuestras salas.
Dirigida por Daniel Mascaro, quien contó con el talento de Diego García en el área de fotografía y de un equipo que ayuda en la construcción de una propuesta arriesgada con una atmósfera conservadora y religiosa, que se mezcla con ciertos elementos futuristas evidentes en una ambientación que es sostenida por las luces neón acompañadas de música techno.
La película nos lleva al Brasil del año 2027. Para entonces, la religión más dominante se bautiza como “Divino amor”, donde es costumbre los intercambios de pareja así como las fiestas o festivales tipo rave, que en más de ocasión se mencionan como retiros espirituales.
Como protagonista tenemos a Joana, interpretada por la actriz Dira Paes, quien en su papel se muestra como una mujer fiel a los ideales de su religión; al mismo tiempo que funge como una funcionaria de una notaría. El principal problema del personaje es que su trabajo está peleado con sus convicciones, pues la mayoría de los casos que llegan a su escritorio son parejas buscando divorciarse, pero Joana buscará persuadirlos para creer de nueva cuenta en el amor verdadero.
“Brasil por encima de todo, y Dios por encima de todos”
El lema de Jair Bolsonaro que le consiguió la conquista de los corazones del pueblo brasileño y la presidencia, nos lleva a un mandato fiel a la parte más conservadora de la derecha que muchos críticos posicionan no muy lejos de una distopía. Lo que nos hace pensar que los tiempos actuales de Brasil, la sociedad ya vive sumergida en un “Divino amor”.
Si se ve la película sin previo análisis a las sinopsis, entender la temporalidad es difícil. Sin embargo, es un dato que se capta con facilidad una vez que nos adentramos en el contexto. Así, también vamos descubriendo la fuerte crítica al sistema no laico que muchas sociedades viven actualmente, siendo Brasil el mayor expositor de este fenómeno para el director.
A la par, el embarazo se manifiesta como una analogía a aquellas recompensas que los criterios religiosos te ofrecen si eres leal a su filosofía. En este caso, es el fruto del “Divino amor”. No obstante, las religiones pueden tener una perspectiva negativa según sus mandamientos; dentro de la cinta esto se refleja cuando la protagonista es humillada pero sobretodo cuestionada por el origen de su gestación.
En la parte técnica, Mascaro se muestra poco interesado en los detalles argumentales, enfocándose en el paisajismo futurista y la ambientación. Los aparatos tecnológicos y modernos son un guiño bastante bueno a la hora de trasladar al espectador un tiempo hacía en el futuro; pero resulta difícil de creer que en menos de una década, se podrán experimentar cambios como el hecho de que la humanidad únicamente escuchará un tipo de música, pues en toda la cinta es difícil encontrar ambientación que no se sustente en el techo.
Por otro lado, las luces neón, aunque funcionales para el planteamiento futuro, se tornan cansadas e incluso en algunas escenas se siente forzado el manejo de este recurso, transformando los escenarios en algo exótico.
Aún así, es de reconocerse que siempre resulta interesante averiguar de qué forma se va a satirizar y criticar la realidad que vivimos. Divino amor no se queda atrás, y se convierte en una bofetada de guante blanco para aquellos fanáticos religiosos que se animen a verla. Sin duda un filme que merece una oportunidad.