Rumbo al Oscar: Dune
La obra de Frank Herbert ha estado en el subconsciente colectivo desde hace 55 años. Muchos cineastas intentaron llevarla a la gran pantalla con resultados catastróficos, por lo que se ganó la reputación de un proyecto irrealizable. Los ejemplos más famosos son el mítico proyecto de Alejandro Jodorowsky y la fallida adaptación de David Lynch.
Dune es una película estadounidense de 2021, dirigida por Denis Villeneuve y estelarzada por Timothée Chalamet, Rebecca Ferguson, Oscar Isaac y Josh Brollin. Paul Atreides, un joven dotado y brillante nacido en un grandioso destino más allá de su comprensión, debe viajar al planeta más peligroso del universo para asegurar el futuro de su familia y su pueblo. Mientras fuerzas malévolas explotan en conflicto por el suministro exclusivo del planeta del recurso más valioso en existencia -una mercancía capaz de desbloquear el potencial humano- sólo los que conquisten el miedo podrán sobrevivir.
Cuando el reconocido Denis Villeneuve anunció que éste sería su siguiente proyecto, el mundo reaccionó con sorpresa. El canadience ya tenía experiencia con grandes presupuestos y franquicias populares, pero nada en la escala de esta épica.
Parece ser que Villeneuve conquistó la tarea maldita y alcanzó una traducción exitosa al cine de esta historia. En un tiempo plagado de “el camino del héroe” y al tratarse de una obra tan influyente, era un trabajo difícil traer algo nuevo a la mesa. No obstante, el director lo logró.
La producción se siente como algo completamente nuevo. Las texturas, los colores, las formas y los sonidos construyen un universo rico que esquiva victoriosamente las décadas de ciencia ficción y fantasía espacial que existen detrás de él.
Aunque las proezas del realizador son impresionantes y dignas de alabanzas, la obra como un todo no está exenta de fallos importantes. La cantidad de información que recibimos, combinado con los 156 minutos de duración hacen que la experiencia cinematográfica resulte increíblemente densa y pesada.
Pero el que tal vez sea su falla más grave es el ritmo del guión. Al tratarse únicamente de la parte uno de toda una saga, la historia nunca llega a una conclusión natural y satisfactoria. Lejos de dejarnos pidiendo más, esto hace que la audiencia se sienta embaucada, pues se les prometió una historia de principio a fin y se deben conformar con un prólogo y un eterno desarrollo sin desenlace a la vista.
Dune es una cinta excepcional que en muchos sentidos domina todos los fallos que llevaron al proyecto al fracaso en el pasado. Aún así, no logra librarse de muchos de los problemas narrativos que plantea su extensa historia. Impresionante, creativa y enorme, la cinta sobresale gracias a sus aciertos, pero no sin arrastrar lastres innegables.