Hace más de una década, fuimos sorprendidos por un álbum que por aquel entonces (2013), captó la atención del público por redes sociales como Tumblr, la red social donde jóvenes buscaban cosas diferentes, que los hicieran sentir identificados, mucho antes que Instagram

Fue así como Daniel Johann bajo el pseudónimo de Salvia Palth tuvo éxito al sacar su primer álbum, “Melanchole”. Una producción que englobaba todas las tendencias de la época, marcada en una portada que hace honor al título del álbum. Un chico con unos pendientes gigantes, ojos enmascarados por su cabello, una prenda negra y un filtro azul, típica foto de Tumblr.  

En él, Daniel abordaba temas comunes para un chico que, por ese entonces, tenía tan solo 15 años. El nihilismo adolescente desde una experiencia onírica, del propio bedroom pop que ahora es más popular con representantes como Good Morning, Rex Orange Country y Vansire. Con canciones oníricas y calidez para dar una ambientación suavez, armoniosa y en el caso de “Melanchole”, nostálgica. 

Han pasado 11 años desde la publicación del disco debut de Salvia Palth y que marcó a una generación. Pues el éxito repentino y prematuro le trajo un bloqueo. Ante el miedo de no hacer algo a la altura de su primera obra, le trajo un estrés y obsesión por perfeccionar su música. 

7 años le tomó producir “Last chance to see”, en el que Johann pasó por mucho, siendo el fallecimiento de su padre lo que más le marcó y al mismo tiempo le sirvió para hallar una ruta a la temática y el estilo de su segunda obra.

Y es que, para este álbum, él sabe muy bien que no puede seguir escribiendo canciones con letras juveniles, cuando ya tienes 28 años. Y aunque con “Melanchole” el paso del tiempo parece no ser un problema, pues aún se mantiene con la frescura y esencia como en sus primeros años con canciones como “I was all over her” (en parte gracias a Tik Tok), era hora de crear algo que enmarque el presente del intérprete. ´

Y eso, en resumidas cuentas, se trata “Last chance to see”, el idilio de Daniel Johann con el tiempo, con la esperanza y al mismo tiempo la añoranza con lo que ya se fue. No desde una perspectiva depresiva adolescente, sino, con una madurez más notable y veraz. 

Si bien el bedroom pop está presente, como en su primer trabajo, las diferencias se perciben. El sonido es más nítido y, por ende, con una producción más limpia, capaz de distinguir las capas musicales entre sintetizadores, guitarras distorsionadas y voz con procesos. Sin embargo, el sonido carece del minimalismo, no tiene un solo loop de batería o synth. Aquí podemos apreciar más variedad de estilos.

Abre con “No-intro” que tiene un ritmo medio funk y al que le prosigue un interludio para dar paso a “I´m gonna find out”. En las tres canciones están presentes mayor dinamismo de batería y menos sencillez en las armonías de la guitarra. 

La voz, por momentos está en segundos planos, especialmente con canciones con esencia dreampop, o su hermana shoegaze, como en “That ́s What” donde la voz es poco distinguible por los reverbs y delays con los que cuenta. Además de pasar a un segundo plano por lo ensordecedor de la saturación de instrumentos que potencia a un nivel de éxtasis absoluto. 

En cambio, con canciones como “Stabbed in the small of the back” o “Best friend on the cross” la voz es más distinguible, por pasar a un primer plano, y por lo suave y somnolientas que son las texturas rítmicas. 

Sin duda, con este disco, Salvia Palth, o, mejor dicho, Daniel Johann, puede sacarse la espina de “Melanchole” del pecho, pues ha creado un segundo álbum que conserva la esencia de su música y mejora en algunos puntos lo anteriormente hecho.