Cuando hablamos del inicio de la historia del cine siempre pensamos en fragmentos de cinta realizados en Estados Unidos o en alguna parte de Europa. Pero, en esta ocasión, Colombia no se queda atrás y demuestra que han empleado el lenguaje cinematográfico desde hace mucho tiempo y Mudos Testigos es la prueba de ello. 

Dentro del marco del 43° Foro Internacional de la Cineteca Nacional se encuentra Mudos testigos. Considerada el último proyecto de Luis Ospina, uno de los directores más influyentes en la cinematografía latinoamericana, y siendo codirigida por Jerónimo Atehortúa, es un collage de varias secuencias de películas mudas colombianas realizadas entre 1922 y 1937.  

La narrativa se centra en la historia de amor entre Efraín y Alicia, quien es la prometida de un poderoso y acaudalado terrateniente de nombre Uribe. Con una estructura en tres actos, el espectador es testigo del nacimiento de este enamoramiento, los obstáculos que van a enfrentar los personajes y el posterior destino que le depara a cada uno. 

El gran atractivo de este collage cinematográfico es que cada secuencia está estructurada a favor de la narrativa que se maneja durante los 79 minutos que dura la cinta. A pesar de ser una película muda, con su respectivo uso de pantallas de texto para resaltar los diálogos de los personajes, la acompaña la musicalización de Carlos Quebrada y una mezcla de efectos de sonido que ayudan a darle ritmo a la historia. 

Si bien en los primeros minutos el eje central son los personajes, después del segundo acto, se puede apreciar más a detalle el contexto sociopolítico en el que fueron realizadas cada secuencia en Colombia. La historia parte de un ambiente tan urbanizado como la ciudad para terminar en un ambiente rural como lo es la selva. Aquí es donde se desprenden temas como las clases sociales, la militarización, la explotación de campesinos, el trabajo en las minas, entre otros.

Es cierto que hoy en día los aspectos técnicos y narrativos que observamos en el cine son muy distintos a los que se manejaban en aquella época. Sin embargo, hay partes de la cinta en las que implementa recursos de edición y montaje más contemporáneos, a comparación de 1922, que le dan un mayor atractivo visual y sonoro. 

Mudos Testigos puede que no sea para cualquiera, pero sin duda tiene una gran carga histórica y se nota el trabajo de montaje para contar la historia de este triángulo amoroso que se desarrolla a la par de la situación que vivió Colombia a principios del Siglo XX. 

Del mismo modo, permite al espectador comprender la evolución que ha sufrido el cine durante el tiempo y lo que es capaz de captar el lente de una cámara, que puede ser preservado para que nuevas generaciones observen una época y un espacio que no vivieron, pero que puedan ser testigos a través de la gran pantalla. Sin tener que ser siempre películas estadounidenses o europeas.