Yo vi tres luces negras: una historia acerca de lo inevitable
La muerte es uno de los pocos conceptos que existen en la historia de vida de cada uno de los seres vivos que habitan este planeta; da origen al miedo e incertidumbre, a los peores días y noches tristes. Pero al mismo tiempo no somos ajenos a ella, en gran parte porque no hay forma de escapar de ella, reside en nuestras relaciones, en nuestro amor, en nuestras pasiones e incluso en nuestros gustos. Como seres siempre en evolución la muerte en todos sus sentidos es algo que pasa como las estaciones que cambian, pero siempre es un golpe en seco cuando se te presenta tan cruda y sin que tengas nada qué hacer más que seguir viéndola.
Yo vi tres luces negras (2024) es una película dirigida por el colombiano Santiago Lozano Álvarez. Este, su segundo largometraje, cuenta la historia de José de los Santos, interpretado por Jesús María Mina, un curandero capaz de realizar los natales rituales mortuorios de los pueblos del litoral pacífico colombiano. Esta capacidad única puesta sobre él por generaciones pasadas lo obliga a mantener obligaciones funerarias que le permiten comunicación con las almas errantes que deambulan la selva. Cuando el alma de su hijo Pium Pium se para frente a él anunciando su muerte, José inicia su viaje final selva adentro en donde se encontrará con la violencia que ha plagado aquellos pueblos con muerte temprana y sufrimiento sin sentido, sabiendo bien que nunca regresaría.
En primera instancia quisiera compartirles que esta es una producción monumental e internacional, creada con el apoyo de Alemania, Francia, México y Colombia. Cuatro países que vieron la capacidad de la historia y que no estaban equivocados, es una película preciosa. Habiendo sido estrenada en la 74° entrega del Festival Internacional de Berlín, en su sección de Panorama, y ganando en ella el Premio del Público, esta película entrega lo que promete y mucho más.
Una de las más grandes cosas que nos entrega como público es una fotografía impresionante. A lo largo de los 90 minutos de duración que tiene, podemos encontrar encuadres que por sí solos podrían ser confundidos con pinturas y que nos regalan momentos de ligereza en medio de una historia de muerte y duelo.
En la historia también se hace un retrato de las costumbres endémicas del litoral pacífico colombiano que revuelven alrededor de la muerte y el más allá. También transita en la violencia que se muestra como la más grande culpable de alterar a los habitantes que llaman a ese lugar hogar. Pero para describir la trama de una forma más acertada hay que decir que trata de la aceptación renegada de la situación en la que se encuentran esos pueblos.
Yo vi tres luces negras nos muestra un entretejido de historias que dejan ánimas perdidas entre las plantas, los fantasmas que de manera literal acechan al nuestro personaje principal y que no solo representan el vínculo fuerte que él tiene con los espíritus, también representan la sangrienta historia de una guerra sin fin que sigue azotando las vidas de aquellas personas atrapadas en el fuego cruzado; que han visto familiares entrar en ese mundo sabiendo que no saldrían de él con vida.
Un aspecto que le puede llegar a jugar en contra a esta cinta es que su ritmo puede llegar a sentirse un poco lento frente a algunas escenas que se alargan más de lo necesario. Por supuesto, que esa percepción puede ser subjetiva y cambiar en cada persona.
Yo vi tres luces negras (2024) es una película que retrata las vidas, problemas y desafíos de poblaciones normalmente afuera de la luz de la atención, y es una gran opción de la que no te arrepentirás si decides verla en el 43° Foro Internacional de Cine que iniciará el 18 de Julio de 2024, que tendrá como cede a la Cineteca Nacional de la Ciudad de México.