Muchas veces, al momento de entrar a ver alguna obra de teatro, o una obra artística en sí, buscamos la complejidad, lo elaborado y hasta difícil de comprender, que, para quienes no saben tratar temas de este estilo, terminan cayendo en la pretensión.

Pues, del 2 de agosto al 22 de noviembre del presente año, dentro de la cartelera de La Teatrería, se estará presentando la obra de comedia ácida De mutuo desacuerdo”. Que su elaborada pero sencilla temática, hará que desconectes tu cerebro un rato, dándole un giro de tuerca a la forma en que se suele tocar un tema complicado, frustrante y hasta deprimente, como lo es el divorcio.

La historia nos presenta a Sandra e Ignacio, quienes recién acaban de divorciarse. Con todo y las diferencias y discusiones altisonantes que suelen presentarse en una expareja consumada, siempre buscan la forma de poder llegar a acuerdos que beneficien al único hijo de la relación, Sergio. Y por si fuese poco, los noviazgos que ambas partes experimentan tras la ruptura juegan papeles importantes que elevaran la tensión y las risas conforme los minutos pasa.

Hay que destacar la química de ambos actores, quienes tienen la batuta de la obra, marcando el ritmo y sobrellevando todo el peso, siendo los únicos actores que aparecen. Deben jugar con ese aspecto de una forma ingeniosa, como lo son las llamadas telefónicas, donde si bien, no escuchamos la voz de quien está detrás de la llamada, los diálogos están bien realizados que podemos entender todo viniendo de parte de un solo emisor. Es de hecho en ese acto donde presenciamos uno de los grandes momentos cómicos.

Jugar con la interacción entre actores y público es otra forma inteligente de aprovechar tu espacio y el limitado reparto. Donde uno de los actos involucra una cena entre los divorciados, el público además de espectador fuera de la historia, también lo es dentro de la historia. Ignacio señala y se mofa de quienes los están viendo discutir, como si fuesen personajes dentro de la historia. Esto resalta la capacidad de improvisación de los actores, quienes tendrán a un público distinto por varios meses, entonces no pueden saber a quien del público utilizarán la próxima vez.

La escenografía también juega un papel importante, y es el principal rasgo de identidad de la puesta en escena, colores verdes y cálidos que relejan un día de parque, y, además, un momento de calma ante toda la turbulencia ácida. Además, va en sintonía con la ropa que usan, nuevamente, con muy poco proyectan demasiado.

Pero, lo más llamativo es ese fondo de escenografía que es una hoja de cuaderno, mientras, en los intermedios, la presentación de los actos se da con dibujos y escritos que son del propio Sergio. Lo cual, es una perspectiva completamente distinta a lo que se piensa al momento de sentarse en la butaca. Todo lo visto es desde el punto de vista del hijo, quien, en forma de diario, relata los episodios de sus padres durante desde que se separaron.

Termina siendo un golpe un tanto duro, pero aligerado por toda la carga cómica que hay. Pues, para quienes hemos crecido en una familia disfuncional producto de un divorcio o alguna simple separación, no es fácil identificarnos. Variedad de episodios que nos son comunes, desde los conflictos con las parejas de tus padres, hasta tener que pasar tiempo separado del otro. Esto puede crear un vínculo de algo tan fuerte, pero otorgando una óptica al espectador más sensible.

Por eso, no puedes perderte esta comedia disfrutable, graciosa entrañable, que va a estar asentada en La Teatrería por mucho tiempo. A cargo del dramaturgo y novelista Nando López, quien escribió un libro de esta misma historia. Con la dirección de Reynolds Robledo.