Tras cuatro noches irrepetibles en la CDMX, Metallica deja una huella imborrable en su breve visita a tierras aztecas.

Pareciese que fue ayer cuando la banda norteamericana anunció en 2022 el lanzamiento de su último disco “72 Seasons” y a su vez, la confirmación de su gira por casi todo el mundo, entre los que destacaban México, vendido como una revolución en la forma de dar espectáculos.

Cuatro shows, dos fines de semana consecutivos, con 2 teloneros distintos para cada día y un setlist distinto entre cada fin de semana. Y por si fuese poco, un escenario atípico, tarima 360º, con 6 torres a los alrededores donde se proyectaba el concierto de formal simultánea y sin parar, con tomar continuas mientras la cámara pasaba de una pantalla a otra.

Y es que, si algo es garantía es que mientras más vieja sea la banda o el artista, mejores conciertos dan. Y no hay mejor ejemplo que Metallica, a quienes podríamos cuestionar la calidad de su discografía desde hace 20 años, con alguna que otra joyita en ocasiones. Pero ya no están en épocas de demostrar algo, su garantía es y seguirán siendo los eventos en vivo, con experiencia importante por detrás, llenando eventos con hasta 1 millón de asistentes. Es menester decirlo, Metallica es una banda que sabe y entiende lo que significa dar un concierto, un evento único que ocurre contables veces en la vida y vale la pena vivir.

El domingo 29 de septiembre se llevó a cabo lo que sería el cierre no solo de los shows en México, sino, el cierre de su “MT2 World Tour” hasta el otro año, solo en Estados Unidos. Dicho día podría considerarse el mejor de las cuatro fechas.

De entrada, el setlist fue el más variado de todos, no tuvimos “Master of Puppets” ni “La Chona” interpretada por Robert Trujillo y Kirk Hammet, pero si tocaron “Los Luchadores” de la Sonora Santanera, mientras dos sujetos con máscara peleaban en la tarima.

Y eso es lo que Metallica entiende a la perfección, la unión entre público y banda, algo que el propio James Hetfield mencionó mientras interpretaban “Fade to Black” una de las sorpresas de la noche. Dictaminando que no hay nada mejor que sentirse perteneciente a algo, y esa noche, ellos se sentían pertenecientes al público presente.

Eso convierte a Metallica no solo en una banda, si no en una familia, los integrantes son inamovibles, y, como mera hipótesis, en el momento en que uno de ellos se marche de la banda, es muy probable que en ese momento la banda se desintegre definitivamente.

Como es costumbre, comenzaron con “It´s a long way to the top” de AC/DC, mientras proyectaban imágenes de los diferentes conciertos que han dado. Para dar paso a su emblemática introducción y subida al “stage” mientras suena “Ecstasy of gold” de Ennio Morricone y, en este caso, muestran un clip de la película “The good, the bad… and the ugly”.

Los decibeles aumentaron exponencialmente cuando sonó “Whiplash” en el Estadio GNP Seguros, el público comenzó a gritar a todo pulmón al ver a los cuatro integrantes dando su último concierto en nuestro país. En seguida, “For Whom the Bell Tolls” dio acto de presencia, y el público se electrificó aún más, la parafernalia era total.

Las sorpresas más grandes fueron “Cyanide” tercera canción en ser interpretada, la propia “Fade to Black” la cual no se había tocado en los shows previos, y “Whiskey in the jar” una de las preferidas de los fans y que volvieron a integrar a su setlist tras varios años.

Pero eso no deja de lado a las más emblemáticas, Metallica tiene y demasiadas. “The Call of Ktulu” demostró su capacidad para tocar a altas velocidades y continuar cautivando a la gente sin nada de letra por encima.

Los visuales y arreglos de tres de las canciones más esperadas, “The Unforgiven”, “Battery” y “One”, las cuales fueron de las más coreadas, como era de esperarse, e impactantes de ver en vivo.

No dejaron de lado su disco por el cual comenzaron dicho tour, ni uno de sus últimos “hits” como lo fue “Moth into Flame” con un espectáculo de llamas saliendo a los alrededores de la tarima.

Y la canción final, “Enter Sandman” la canción más emblemática y donde tiraron la casa por la ventana, arrojando balones inflables al público mientras todos coreaban al unísono “exit light, enter night”. Para culminar bajo una lluvia de pirotecnia, aplausos y éxtasis.

Ahora todo lo dicho estará en nuestra memoria y celulares, mientras queda la incertidumbre de no saber cuándo es que regresarán, si es que lo hacen.