Limpiar el alma por medio del dolor hasta que no quede rastro. Quemar los errores con la carga de la violencia que purifica el alma. Vivir suplicios para que un día exista el regreso a la unidad. El apocatastasis ha llegado y en forma de celuloide. 

Dirigida por el director japonés –Shinpei Takeda-, Apocatastasis participará en el Festival Internacional de Cine de la UNAM 12 (FICUNAM 12) que se realizará del 10 al 20 de marzo. 

Lo paralelo

Los caminos de Aida y Joaquín, dos líneas paralelas sin un aparente punto de conexión. Ella es inmigrante alemana, trabaja en una clínica dental y teme a la radiación que emiten las radiografías del consultorio; él hace música, vive en la frontera mexicana y huye del amargo trago que ha dejado el asesinato de su hermano. 

No se conocen, nunca se han visto, pero los dos saben que existen males dentro y fuera de su mente que deben aclarar. Por ello, Aida viaja a Japón luego de escuchar la historia de un sobreviviente de la bomba en Nagasaki. Joaquín llega al mismo lugar tras ingerir un té y tener un viaje astral. Ambos se encuentran en una isla desierta en este país donde la ansiedad crece exponencialmente con cada día que transcurre. 

Durante sus respectivos viajes del héroe, los protagonistas encontrarán un antiguo pueblo criptocristiano envuelto en leyendas, misterios e incertidumbre que revelará lo que es la verdadera liberación. Apocatastasis son 83 minutos de crítica  humana y metáforas audiovisuales que te dejarán con más preguntas que respuestas. 

Violencia, un mal invisible

La película hace énfasis constantemente en el ruido, aquel distractor de la mente que le impide mantener la calma. Joaquín escucha murmuros y sonidos estridentes que se justifican como una infección de oído, mientras que Aida oye a una mujer cantar ópera durante el primer cuarto del filme. Esta analogía muestra la desesperación de los protagonistas y, sobre todo, mantiene presente un elemento invisible que nos saca de una zona de confort. 

Al igual que el ruido, la radiación es un elemento imperceptible para la vista, pero presente para el resto de los sentidos. Takeda escarba en la historia mundial y presenta en varias escenas los males que han traído las bombas nucleares a la humanidad. Retoma el término radiación y lo resignifica, pues como menciona Aida “la violencia es como la radiación, no la vemos, pero está alrededor de todo”.