BlackBerry: El ícaro de los teléfonos celulares
La historia del ascenso y caída de uno de los gigantes de la telefonía celular, dirigida por Matt Johnson, BlackBerry nos muestra una de las verdades más crudas del emprendimiento tecnológico, al más puro estilo de The Social Network, pero con un giro humorístico imperdible y un reparto de personajes que se te quedan grabados por su irreverencia.
En la tendencia por ver los orígenes de las empresas que han moldeado al sistema capitalista este año ya tuvimos la película de AIR, que nos llevó a conocer el éxito detrás de la marca NIKE en relación con la leyenda del baloncesto: Michael Jordan. Una historia que nos hizo empatizar con el viaje del protagonista y su Odisea para fichar al número 23 de los Chicago Bulls. Bueno pues BlackBerry va por una línea similar, pero con un giro más trágico que va acompañado por un humor y actuaciones que valen su peso en el boleto.
El mayor logro de esta película es que consigue plasmar un estilo propio al contarnos la historia con una ambientación vintage que nos traslada a finales de los años noventa y principios de los dos mil. Esto gracias a una banda sonora llena de hard rock , pelucas y maquillajes baratos; así como una cámara en mano estilo falso documental que nos mete de lleno al absurdo de lo que significa contar el origen de una empresa tecnológica como Research In Motion.
Aquí conoceremos a los artífices del ascenso de la compañía predecesora de Apple, al brillante e introvertido Michael Lazaridis (Jay Baruchel), su amigo fiel, amante de los juegos de computadora y películas clase B, Doug Fregin (Matt Johnson), y su socio megalómano Jim Balsillie (Glenn Howerton) cuya interpretación recuerda inevitablemente a una peculiar combinación entre el despiadado Terence Fletcher de Whiplash y al Sean Parker de Justin Timberlake.
Con este trío tan peculiar, la película cuenta con un buen ritmo que inicia con un sentido del humor ácido e inocente al estilo de la serie The IT Crowd, puesto que la primera parte se centra en presentar el contexto en el que surge la compañía, uno marcado por referencias al mundo geek como DOOM, Las Tortugas Ninja, Star Wars, etc… Obras a las que son aficionados los encargados de Research In Motion.
Este aura de diversión y comedia se transforma poco a poco en uno más serio al centrarnos en la ambición desmedida de uno de los socios fundadores: Jim, quien a base de negociaciones dudosas, una competencia tóxica bastante marcada y una necedad por estar a la cabeza de la tecnología celular coloca sobre la mesa otra de las partes más interesantes de la película, que va relacionada con su discurso, y que se trata de los límites del emprendimiento desmedido.
A Michael Lazaridis lo pintan como alguien brillante, noble, con el talento nato para hacer un teléfono celular con partes de teléfonos de juguete y componentes de calculadoras o cualquier aparato electrónico que tenga a la mano, pero que carece del liderazgo para llevar a su empresa al éxito. Mientras que Jim es la persona indicada para lidiar con los hombres de traje, pero cuya actitud contrasta de lleno con la de Michael al ser alguien más despiadado.
Esta dualidad hace pensar en cómo el sistema orilla a las personas entusiastas como Michael a rebajarse al nivel de Jim con tal de alcanzar la cima y hacer hasta lo impensable por quedarse ahí, como traicionar sus propios valores. Es interesante ver cómo una idea de emprendimiento se transforma en algo cada vez más difícil de controlar para los personajes, lo cual resuena todavía más si tenemos en cuenta que esto está basado en hechos reales.
Lo que diferencia a esta película de otras cintas biográficas de empresas como The Social Network o Jobs, es su estilo y el cómo relatan la caída de un gigante. Siempre es interesante ver el ascenso, pero pocas veces vemos el lado opuesto del camino y eso es algo que BlackBerry consigue con creces al cerrar el círculo de la historia con las metamorfosis que vemos en los personajes y lo problemático que se torna el camino de estos. Es como ver Breaking Bad pero con celulares en lugar de drogas.
Otro elemento muy bueno, que va de lleno con el cierre de la historia, es uno que va relacionado con la afición de Michael por reparar un ruido tipo Hiss que desprenden los aparatos electrónicos con los que se topa. Esta cereza sobre el pastel nos dice mucho sobre la personalidad de Mike y se presta para interpretar que tal vez ya contaba con cierto grado de perversión al igual que su socio Jim.
Uno de los puntos más flojos de la película es que en el tramo final se siente un tanto acelerada, y hay momentos en los que, personajes de los que quieres seguir viendo más, terminan desapareciendo de cuadro sin mucha justificación cuando fueron presentados con bombo y platillo. No es algo que condene todo el trabajo, pero sí es bastante notorio.
En resumen, esta es una película imperdible para quienes gusten de este tipo de historias y que disfrutarás aún más si eres alguien con algo de conocimiento en el tema. Hay momentos bastante divertidos con los personajes y la interpretación de Glenn Howerton es digna de una nominación al Oscar, no sólo por su gritadera, sino por los gestos que hace para construir a un Jim Balsillie despiadado y enfermo de poder.
El discurso que maneja sobre los límites del emprendimiento y lo que orilla a hacer a las personas con tal de conseguir sus objetivos es algo que te deja pensando sin llegar al punto de querer adoctrinar. Es una obra interesante, divertida e ideal para el cierre de año.