Alex Garland, director de Ex Machina (2014), nos presenta una película que toca temas actuales en torno a la guerra, la post verdad, la violencia y la crisis de recursos a través de un roadtrip postapocalíptico que se siente terriblemente cercano. El hype provocado por Civil War ha causado bastante ruido en redes sociales y no es para menos porque se trata de una historia que te mantiene al filo del asiento en todo momento, con valles reflexivos y un discurso interesante. 

El tema de la guerra ha sido explorado desde distintas vertientes en el cine, en algunas cintas se exalta el camino heroico de sus protagonistas y en otras se ha optado por retratar una realidad incómoda sobre las terribles consecuencias que esta deja a su paso. Civil War se encuentra en un punto medio, al mostrarnos el lado crudo de una ficción que nos traslada a una norteamérica dividida en la que se ha desatado una guerra sin precedentes, pero cuya premisa nos invita a conocer a los protagonistas invisibles: los periodistas de guerra. 


Kirsten Dunst, Wagner Moura, Stephen Mckinley y Cailee Spaeny protagonizan este viaje atípico en el que interpretan a una caravana de periodistas dispuestos a adentrarse en el corazón de una guerra civil contemporánea. La narrativa de los personajes nos invita a conocer el estrés postraumático de los corresponsales que atestiguan distintos niveles de violencia, así como su consecuente falta de sensibilidad ante el genocidio que capturan por medio de las fotografías.   

Estas imágenes sirven para congelar los momentos más importantes de la historia. Por medio de la edición se entiende que estas fotos servirán para la posteridad, como un recuerdo que cobra vida en un mundo que olvida tan rápido como el paso de un disparo, y que nos remiten a nuestra propia realidad, al entender la labor de las personas que se encuentran en la boca del lobo sin esperar ningún reconocimiento. 

Es así como el personaje de Kirsten Dunst se vincula con el de Cailee Spaeny para hablarnos sobre la crudeza de la labor periodística. Dunst interpreta el papel de una fotógrafa con amplia experiencia que ha visto de todo, mientras que, el rol de Spaeny, va más por el lado de una joven que busca hacerse de un nombre e involucrarse en una guerra que muchas personas ignoran. 

El vínculo de tales personajes es uno de los más interesantes en la cinta al mostrarnos el intercambio generacional de una profesión difícil, situación que se ve fortalecida por las interacciones con los demás personajes de la película. 

Si hay una forma adecuada de describir Civil War es que se trata de una obra que recuerda a una peculiar combinación entre The Walking Dead y Los Niños del Hombre por las estampas estilo fin del mundo que te dejan en la retina. Los escenarios cumplen su cometido para trasladarnos a una norteamérica bastante atípica ( o no ) en cuanto al ¿qué pasaría si de pronto estalla una guerra civil en los Estados Unidos? Un epicentro que esta película usa para criticar los peligros de la facilidad para obtener un arma en el país, el extremismo político y, en general, todo un retrato posmoderno de la sociedad estadounidense. 

Otro recuerdo amargo de esta cinta es el que ocurrió en el año 2021, en el mundo real, cuando el capitolio en Washington fue invadido y que pareciera como una sátira ideal para construir toda la historia que Alex Garland propone, demostrando que a veces la realidad no está tan alejada de la ficción. 

Pero, la ambientación de esta Norteamérica postapocalíptica no tendría el mismo impacto sin un diseño de audio excelente. El sonido de las armas al disparar, los efectos de las cámaras fotográficas, el ruido de los vehículos pesados como los tanques o los autos militares resultan ensordecedores. Llega un punto en la película en el que ya es hasta inquietante escuchar un disparo, como espectador te sumergen en toda la violencia y te hacen parte de un escenario nada agradable. Si tienes la oportunidad de ver la película en una sala IMAX es más que recomendable. 

Civil War es una gran película, maneja un discurso complejo en torno a la guerra contemporánea y toca varias aristas de problemáticas actuales, sin ahondar demasiado en algunos tópicos, pero rasca lo suficiente para hacernos entender la cercanía de distintas crisis. 

Convertir a los Estados Unidos en el epicentro de una guerra actual no es tan llamativo como lo hacen ver otras cintas. Aquí la romantización del heroísmo queda de lado para dar paso a aquellas personas cuyo trabajo es documentar la destrucción misma, desde una trinchera sin reconocimiento, pero cuyo importancia queda para la posteridad, con las fotografías que retratan una realidad difícil de entender.