La reciente militarización del país ha causado preocupación en muchxs de nosotrxs por lo que significan los militares en el imaginario colectivo. Originalmente la función de estas personas sería resguardar los derechos humanos e incidir en conflictos armados que pongan en peligro a la población civil, no obstante, cifras y testimonios afirman que muchas de las desapariciones que han sucedido a lo largo de este país —en donde actualmente hay 109 000 desaparecidxs registrados,— sucedieron a manos de militares y policías, y ante ello se creó el término desaparición forzada para entender el fenómeno.

No es un secreto y hay muchas investigaciones periodísticas en donde se refiere a México como un Narcoestado, lo que nos habla del límite inteligible entre las fuerzas armadas del Estado y de las fuerzas armadas del crimen organizado. Es decir, para la población civil el peligro ahora es doble, pues a veces las personas uniformadas no son más que un sinónimo del otro peligro.  

¿Pero cómo es el proceso de construcción del accionar militar? ¿Qué situaciones les orillaron a apostarle a un estilo de vida menos precarizado aunque eso significara renunciar al espectro de su sensibilidad? La segunda película del director mexicano David Zonana, Heroico (2023), nos introduce a las filas de una escuela militar y la forma en que se construye un cadete en esos lugares. 

La película sigue la historia de Luis, un chico que entró al Heroico Colegio Militar para “ser alguien en la vida” como dice al principio de la película, en una entrevista de admisión en donde le preguntan en un tono seco y alto, cosas como: ¿te ha atraído alguien del mismo sexo?, ¿qué sientes cuando estás enojado?, ¿tienes sífilis?, ¿tienes familiares con antecedentes de enfermedades mentales?

Además, en esa entrevista inicial se deja entrever su situación familiar: su madre diabética y con hemodiálisis necesita el seguro social que puede ofrecerle Luis al entrar al Heroico, y por otro lado, su padre militar que lo enseñó a disparar cuando niño, los abandonó a él y a su madre. 

La película se encamina a partir de la habilidad de Luis para disparar, situación que le da un status interesante para trabajitos off the récord, de los que él prefiere no preguntar. Luis, aún tiene la cateogoría de “potro”, aunque su reciente apadrinamiento por saber apuntar bien el gatillo le salva de unas que otras “novatadas”, que no son sino el inicio de la des sensibilización de los hombres ahí dentro.  

Por otro lado, la película recurre a sueños de Luis para complementar la narrativa e interpretar otra arista de su verdadero sentir al estar ahí dentro. Pues a lo largo de la película hay situaciones que nos muestran la incomodidad latente  del protagonista y el tedio que le resulta ser parte de ese lugar violento. 

Además resulta un respiro que la película no se encapsule en la tradición de mostrar la violencia de una forma casi gore, sino que genera un buen ambiente de suspenso y en el límite suelta la presión en escenas simbólicas con las que se agradece que se evite recurrir a imágenes de nota roja que por demás conocemos. 

Es verdad que los símbolos patrios a veces no resultan más que una ilusión óptica en donde cabe un pedacito de nuestra identidad. En Heroico, el discurso en la academia militar va encaminado a servir al país, en sentir a la bandera y al uniforme casi como algo sagrado, y en nombre de la patria, interiorizar el dolor para después infringirlo, aunque no sepas muy bien a quién.  

Heroico, tras su estreno internacional en Sundance y su exhibición en la Berlinale, será parte de la programación del FICUNAM 2023 junto con más películas de una curaduría maravillosa. Sería un error perderte esta obra construida, de una forma brillante y sensible, en manos de David Zonana, Erendira Núñez, Carolina Costa, entre muchísimxs otrxs. Da click aquí para conocer los horarios.