La libertad es algo que se da por hecho, algo inherente al ser humano y su naturaleza. La libertad es un anhelo, un deseo por el que cada persona lucha. La libertad se exige, se pelea y se reclama. La libertad es inefable. Isla de los pájaros llega a la Cineteca Nacional, en el marco del Foro Internacional de Cine, para mostrar una tesis sobre la libertad utilizando a las aves, símbolo de libertad por antonomasia, como vehículo conductor de una trama cuya crudeza puede ser difícil de digerir en el espectador.

Este filme, dirigido por Sérgio Da Costa y Maya Cosa, con tintes documentales, retrata la vida de Antonin un joven en proceso de recuperación de una enfermedad que encuentra trabajo como criador de ratas en un refugio de pájaros acosado por el incesante sonido de los aviones. Él viene a ocupar el puesto de un hombre que está en ciernes de jubilarse, Antonin se ve obligado a aprender el oficio que implica criar a unos animales destinados a ser el alimento de unas aves que, cómo él, están en un proceso de recuperación. Antonin intenta asimilar su nuevo empleo, mientras establece vínculos con las personas que trabajan en el refugio e intenta superar su enfermedad.

Isla de los pájaros sumerge al espectador en el refugio de las aves, un mundo en donde las jaulas son una constante y cuyos límites se desdibujan en las fronteras entre animales y humanos. La parte documental de la trama muestra la forma en que los veterinarios operan a los pájaros, sus técnicas de rehabilitación y el momento de su liberación.

A la par Antonin se ve enjaulado en un trabajo monótono destinado a servir a las aves. Es aquí donde el concepto de libertad se cuestiona, pues el protagonista cría ratas, que encierra, con el fin de matarlas para alimentar a aves enfermas. La arbitrariedad patente de sacrificar a unos animales, socialmente considerados inferiores, con el fin de salvar a otros evidencia lo ambiguo de una libertad que es definida por un ente que se autodenomina superior.

El ritmo lento de la película y los nulos diálogos que se tejen en ella sirven para puntualizar la monotonía que padecen los personajes en su día a día. Escenas como el sacrificio de ratas y su desmembramiento, presentan la pérdida de la capacidad de asombro ante la muerte y la violencia.

Antonin mantiene un estado somnoliento durante toda la película, acepta su destino sin cuestionarlo. A través de una cámara parsimoniosa Isla de pájaros envuelve al espectador en un ambiente denso extraño a la emoción en donde los personajes conocen su rol perfectamente y lo ejercen sin cambio alguno.


Isla de pájaros es un símil que evidencia la falacia libertaria de la que presume el ser humano. Mientras las aves están encerradas en jaulas en espera de su rehabilitación y consecuente liberación, el humano está encerrado en un trabajo repetitivo en espera de la jubilación, lo que implica su liberación.

Sin embargo, como lo señala uno de los personajes, hay aves que prefieren la seguridad de la jaula a su libertad. Es así como el filme pregunta si el ser humano también prefiere su jaula, a la que se habitúa tras años de vivir en la rutina, o desea ejercer su libertad, si es que ello existe.

Isla de pájaros es una película que maneja un tema importante y cuestiona uno de los pilares de la sociedad humana como lo es la libertad, todo a través de un ritmo cansino que corre el riesgo de romper la empatía del espectador para con los personajes.