Con un elenco conformado por Asa Butterfield (Sex Education), Natalia Dyer y Benjamin Evan Ainsworth, Juega o Muere es una película de terror bastante entretenida que combina las posesiones demoníacas con elementos del subgénero slasher para entregar una obra cumplidora que llega a tocar puntos interesantes relacionados con las brujas y su origen. 

Esta cinta nos traslada a Salem, lugar emblemático del terror que está directamente relacionado con las brujas y con un misticismo marcado por el oscurantismo de una época antigua en la que las mujeres morían por sospechas infundadas de brujería. Este aura oscuro y siniestro es en el que conoceremos a nuestros protagonistas: Marcus, Jo y Billie, tres hermanos que deberán enfrentarse a un mal ancestral que está vinculado a un objeto maldito.

En una primera impresión es justo decir que está película trabaja bien con los convencionalismos del género. Hay muchos colores azules y un tono frío que recrea una atmósfera tétrica visualmente agradable. Asimismo, en el aspecto sonoro el diseño de audio cumple con lo que se busca y hay una cantidad aceptable de jumpscares que no llega a ser cansada. 

Técnicamente la atmósfera de Salem está presentada de una buena manera y los eventos de la historia se manejan en pocas locaciones, por lo que es fácil seguir el hilo de lo que sucede, sin perdernos entre la casa de los protagonistas y los lugares aledaños. 

Dicho esto, creo que es ideal destacar las mayores virtudes de la película, que recaen sin duda en esta peculiar combinación de slasher con posesión demoníaca. Los hermanos se encuentran con un cuchillo inquietante y, al más puro estilo del anime Jujutsu Kaisen, tendrán que encontrar la manera de acabar con el espíritu maldito que trae consigo el objeto, mismo que toma posesión de cualquiera que sea lo suficientemente listo para recitar las palabras que vienen inscritas en el mismo y que dan comienzo a un ritual caracterizado por juegos infantiles macabros.  

Este cuchillo funciona como el catalizador que desencadenará la ola de tragedia que le dará en la torre a la vida de estos hermanos. Se trata de un elemento característico que estará presente a lo largo de toda la película y que puede recordar al necronomicón, de la legendaria saga de Evil Dead o a la macabra mano de la reciente cinta de Talk to Me por su peculiar diseño. 

La dinámica de persecución del demonio con el grupo consiste en jugar a las escondidas o a las atrapadas, juegos que están directamente relacionados con el origen de esta maldición y que dan pie a situaciones de humor involuntario que aligeran el ritmo, en especial por toda la sangre que corre en pantalla. 

De igual forma, el tema de la posesión va ligado a escenas surrealistas que se desarrollan en la mente de los protagonistas, elementos que, personalmente, me trajeron recuerdos de mi infancia por Pesadilla en la calle Elm, ya que son momentos oníricos en los que las pesadillas se vuelven realidad. 

El personaje interpretado por Benjamin Evan Ainsworth, Jo quien es el hermano menor, es uno que cae muy bien por su valentía para enfrentar al demonio, ya que él es quien encuentra el cuchillo y quien se ve obligado a tomar la batuta para acabar con el problema. Los hermanos de Jo son los típicos adolescentes preocupados por salir a fiestas y drogarse, de tal forma que ahí está presente el elemento slasher juvenil que los orilla a unirse para acabar con el monstruo. 

En el tramo final de la película el discurso se torna interesante al terminar con diálogos que invitan a reflexionar sobre la culpabilidad y los estigmas relacionados con la brujería, tema del horror que pareciera haber quedado superado, pero que en tiempos recientes ha resucitado gracias a otras películas como The Witch, Actividad Paranormal y el remake de Suspiria. Juega o Muere se suma en parte a esta temática, pero su enfoque resulta uno más cercano al género slasher. 

Es una cinta recomendable para los amantes del género, ideal para palomear a gusto y dejarse llevar en este viaje de juegos infantiles siniestros.