La actriz y directora argentina Mónica Lairana en su ópera prima La cama”, se despreocupa de la técnica y la narrativa, sin nunca descuidarlas, porque confía en los grandes dotes conceptuales que provocan una reflexión profunda sobre cómo se sostienen o se desmoronan las relaciones en la vejez. 

La cinta aborda a Jorge y a Mabel, dos adultos de la tercera edad, quienes entre sexo, risas, enojo, peleas y recuerdos pasan su último día en la que fue su casa durante algún tiempo. Es momento de despedirse de la espaciosa estructura de concreto, pero también de lo que formaron como pareja.

A Lairana le ocupa mostrar la imperfección y romper mitos estéticos que los medios no se han cansado de alimentar. A lo largo de la película enfoca la lente en cuerpos desnudos reales de ancianos, en los que se puede notar cicatrices del tiempo y los cuales no sólo se mantienen estáticos, sino en constante movimiento, tanto sexual como en plena vivencia de la cotidianidad (tomar un baño, pelear, empacar, comer y un numeroso vaivén de actividades). 

La directora conversa con el espectador sobre el sexo adulto verdadero, que va en total discrepancia con la convencionalidad estética de la pasión y la irracionalidad mostrado en un sinfín de materiales. El minimalismo al colocar la cámara fija ayuda a que las escenas tomen un sentido más figurativo y real, que ficcional y metafórico. 

Las imágenes no son tan poderosas por sí mismas, sino por lo que generan como reflexión acerca del amor, las relaciones longevas, la cotidianidad de las parejas y la muchedumbre de emociones y sentimientos que los involucrados sienten estando juntos o incluso separados. No existe una ley general que dicte cómo se debe llegar a la vejez, y ni siquiera cómo vivirla, y mucho menos que todo ya está hecho, porque aun cuando las cosas no sean satisfactorias, se puede tomar otra decisión sin importar el punto en el que se esté viviendo y el ejemplo palpable en la cinta es la separación o la ruptura. 

Una ruptura que no siempre es sinónimo de fracaso, pero sí la podemos equiparar a la evolución de los individuos. Mónica, a través de sus dos personajes, rompe también con la idealización del “felices por siempre”, el cual idealmente suele cumplirse cuando el cuerpo está por sucumbir. Aquí, le da oportunidad al cambio a través del dolor y la intimidad, una intimidad que se disfruta más en un pequeño espacio destinado al sueño. 

La cama” de Mónica Lairana, es una cinta que se aprecia más por su fondo que por su forma. Al filme le importa tanto sus discursos, que no le teme a la incomodidad de sus imágenes, o que incluso por momentos éstas lleguen a desinteresar. 

Lairana cita a Romain Rolland con la frase: “Todo el mundo, en el fondo, lleva un pequeño cementerio de aquellos a los que ha amado”, y ese cementerio no tiene edad para irse llenando de lápidas y de recuerdos. 

La cama” forma parte de la programación del Ciclo Talento Emergente 2021 de la Cineteca Nacional con funciones del jueves 16 de septiembre al martes 21 de septiembre de 2021.

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