Las Momias y El Anillo Perdido: aventura al estilo egipcio
El director español Juan Jesús García Galocha trae, de la mano de Warner Bros., Las Momias y El Anillo Perdido, una película animada bastante entretenida con un estilo egipcio que será difícil de olvidar. Con Thut, Nefer, Sekhem y su cocodrilo mascota inicia una odisea orquestada por los misteriosos hilos del destino, todo esto acompañado por un ambiente de buena música y referencias coquetas.
La canción “Walk Like an Egyptian” de la banda norteamericana The Bangles es ideal para describir esta cinta, puesto que cuenta con varias de las características que definen a esta melodía: es pegajosa, movida y entretenida, no por nada este es uno de los temas principales que se usaron para promocionarla dentro de las salas de cine previo a su estreno.
La historia de la cinta nos lleva a la antigua civilización egipcia, específicamente en el inframundo, lugar que está habitado por momias que pasaron a mejor vida y donde conoceremos a Thut, un reconocido auriga (conductor de carreras de caballos al estilo Ben-Hur) que vive de sus glorias pasadas y a su hermano menor Sekhem, quien siempre va acompañado de su fiel cocodrilo mascota. Todo parece ir en orden hasta que estos dos hermanos conocen a la princesa Nefer, heredera de este reino subterráneo y cuyo deseo es ser libre para cantar en los escenarios.
Los caminos de los protagonistas se verán entrelazados cuando Nefer se ve obligada a contraer matrimonio con Thut por designios del destino, evento que llevará a este par de polos opuestos a descubrir el significado del amor y a viajar por medio Londres, todo esto mientras son perseguidos por un malvado coleccionista de antigüedades egipcias de nombre Lord Silvester Carnaby.
Fácilmente, esta cinta podría ser considerada una comedia romántica por el desarrollo de los acontecimientos y las interacciones de los personajes, pero con un tono muy ligero que es disfrutable para toda la familia. Lo anterior, también garantiza una buena dosis de risas y momentos de comedia que son aderezados por referencias a otras obras como Psycho (1960) o el mencionado Ben-Hur (1959).
Thut, Nefer, Sekhem y el pequeño cocodrilo son entrañables, y vienen acompañados por un muy buen trabajo de doblaje que permite disfrutar todavía más de la película. En esta línea, el apartado de la animación cumple y no es nada del otro mundo, pero cabe destacar la labor en el diseño de las miradas de los protagonistas, puesto que venden muy bien los sentimientos de estos o la forma en cómo se sienten.
Asimismo, la banda sonora es otro punto destacable, ya que hay escenas tipo musical que puede ser que te hagan querer buscarlas en YouTube para escucharlas después de haber visto la obra.
Quizás, en cuanto a los puntos negativos, puede mencionarse el hecho de que la película maneja un discurso algo tradicionalista respecto a la idea del matrimonio, por lo que se puede sentir un tanto anticuada en ese aspecto. Sin embargo, esto no es suficiente para demeritar sus virtudes, ya que al mismo tiempo muestra ideas más frescas sobre lo que implica el enamoramiento o el enfrentarse a obstáculos que parecen imposibles de superar.
Puede ser difícil quitar el estigma de que las películas animadas son sólo para niños, pero esta película navega contra esa corriente y el director entrega una buena historia que pinta para una posible secuela. La aventura de estas momias amigables es divertida y se siente como un producto sumamente redondo de principio a fin, sabe a lo que va y lo que quiere contar, por lo que puede ser una buena inversión para ir al cine en familia y cerrar el mes de febrero con algo ligero.