Después de 13 años, el cineasta James Cameron cumplió su promesa ya casi olvidada por el resto del mundo y al fin está listo para llevarnos de vuelta a Pandora para retomar su lugar como el rey midas de la taquilla. 

Avatar: The Way of Water es una película estadounidense de 2022, dirigida por James Cameron y estelarizada por Sam Worthington, Zoe Saldaña, Sigourney Weaver y Stephen Lang. Ambientada más de una década después de los eventos de la primer película, descubre la historia de la familia Sully (Jake, Neytiri y sus hijos), el problema que los sigue, los alcances a los que llegarán para mantenerse a salvo, las batallas que luchan para mantenerse vivos y las tragedias que resisten. 

Luego de más de una década, Cameron regresa a la dirección para mostrarnos lo que ha estado preparando durante todo este tiempo y los resultados son francamente alarmantes. Tanto tiempo, tanto esfuerzo, tanto dinero se puso a servicio del canadiense, sólo para entregarnos exacta y literalmente más de lo mismo. 

Su incursión original en el mundo de los Na’vi nunca fue interesante narrativamente, pero los esfuerzos técnico-visuales realmente hacían que valiera la pena el viaje por las tierras de Pandora. En esta ocasión, los efectos especiales y el 3D simplemente no son suficientes para justificar la existencia de los eternos 192 minutos que el director pretende hacer pasar como obra original. 

La dirección poco interesante sólo resalta lo mediocre del guión escrito por el mismo Cameron y Josh Friedman. Deus ex machinas, redundancias, personajes insustanciales y tramas exasperantes no son ni siquiera el mayor problema de esta película atorada en el tiempo, pues los diálogos, las acciones y el ritmo, parecen gritar a los cuatro vientos que pertenecen a un blockbuster noventero ya muy pasado de moda.

En pleno 2022 es incomprensible seguir viendo a personajes masculinos calmar a sus “esposas histéricas” mientras ellos retraen la diminuta lágrima solitaria que dejaron caer al presenciar la muerte de uno de sus seres más queridos. 

La trama repetida y los mensajes ambientalistas banalmente huecos fueron suficientes en 2009, pero el panorama del cine ya no es el mismo, y ninguna cantidad de efectos visuales, capturas de movimiento o tasa de fotogramas logran hacer que esta secuela resalte narrativa o visualmente entre el resto de las mega producciones que dominan las carteleras actuales. 

Como ya se mencionó, es realmente preocupante ver impotentes cómo Cameron se sale con la suya. Ver que el mayor ejemplo de mediocridad creativa de los últimos años se convierta en una de las cinco películas más taquilleras de la historia y es siquiera considerada como candidata a Mejor Película por la Academia. 

Avatar: The Way of Water es una declaración de incompetencia por parte de un cineasta caduco atrapado en narrativas obsoletas. Es una señal de alarma para lo que está por venir, pues no solo excede su bienvenida con sus exhaustivas tres horas, sino que termina por justificar los próximos 10 años de aborrecibles secuelas de la mano de un caprichoso director que sólo sabe escuchar su propia voz.