Con casi 80 años de edad, el director Wim Wenders parece haber encontrado, al fin, un lugar en su cine seguro, tranquilo, sabio y hermoso para pasar sus años de vejez. A diferencia de sus obras maestras de juventud (París, Texas; Alice in the Cities, The State of Things), que son road movies hipnóticas, dinámicas a veces desquiciadas, en su nueva película Perfect Days, el alemán ha encontrado inspiración en la quietud, la pausa, la contemplación…

Perfect Days cuenta la historia de Hirayama, un hombre de la tercera edad que trabaja para el gobierno municipal lavando baños públicos en la ciudad de Tokio, dentro de sus implacables hábitos, Hirayama va conociendo a una serie de variopintos personajes que nos van revelando a fuego lento los secretos del pasado del protagonista. A partir de esa premisa, poco, nada o tal vez mucho.

El arte de la rutina

Con Perfect Days, Wenders crea una oda a los rituales de la vida diaria, a la estructura que al pasar de los años se convierte en dogma. Hirayama interpretado por Koyi Yakusho (actor fetiche de Takashi Miike), se convierte en un monumento a la vida simple, a la admiración de la naturaleza, la observación del otro(a), a la, cada vez más rara, veneración al trabajo duro y la disciplina (un concepto que en la modernidad y el occidente parece ser sinónimo de mediocridad).

Como Paterson de Jim Jarmusch o Lucky John Carrol Lynch, Wenders crea una película que avanza en círculo, que gira sobre su propio eje, que se alimenta de la repetición. El mismo día contado con paciencia, poco a poco se convierte en una revelación trascendental de años, décadas.

Pequeñas cosas

Para el ojo y la mente atiborrados de contenido rápido, fugaz, donde algo diferente debe suceder en cada fotograma, donde si algo no sucede en los primeros 10 segundos del TikTok se pierde, Perfect Days podría parecer reiterativa, una repetición infinita en loop del mismo día, nada más incorrecto.

En la película de Wenders nada es igual, cada encuentro, cada charla, cada baile de miradas y cada amanecer representa un cambio gigante en el interior de sus personajes, a nivel narrativo estos cambios se muestran de forma muy sutil, a través de un delicado movimiento de cámara, un casi imperceptible movimiento de la puesta de escena. Es en el manejo de las pequeñas cosas que está el encanto cinematográfico de la película y el virtuosismo de Wenders como director de actores/actrices. 

Con su nuevo film, Wim Wenders se pone a la par de los grandes maestros de la repetición: de Buñuel, de Hitchcock, de Bergman, de Ozu, de Bresson…

Fluye como música

Mención a parte el soundtrack de la película. No se trata de una selección musical especialmente original, los más cínicos dirán que bien podría ser una playlist de Universal Estereo, sin embargo, Wenders pone la música al servicio de la delicada narrativa, cada momento melómano se siente como una pausa, un descanso en las escaleras que nos ayuda y nos da pie a detenernos y entender los sutiles cambios de la historia. 

En Perfect Days la música no es incidental, es una herramienta para mimetizarse con el protagonista, escuchar la música junto con él y entender al final, que a veces el cine fluye como música.

The Velvet Underground, The Animals, Patti Smith, Nina Simone o Van Morrinson son algunos de los artistas que musicalizan los días y noches perfectas de Hirayama:

Ser bueno

Las películas de los últimos 100 años nos acostumbraron a héroes cínicos en toda la tradición del cine americano: detectives listillos, vaqueros “rudos”, casanovas despreocupados, superhéroes desfachatados, machos men, pues. Wenders abandona el arquetipo occidental y evoca el viaje del héroe asiático para construir a su protagonista. Trae a la mesa a Kanji Watanabe de Vivir (Kurosawa), Noriko Hirayama de Tokyo Story (Ozu) o Ryoya Yokoyama de Still Walking (Kore-eda) para crear un personaje que encuentra en la paciencia, la modestia y sobre todo, la bondad el impulso para completar su arco narrativo.

Es seguro que este año Wenders no se llevará la estatuilla en la próxima ceremonia de los Premios Oscar, (la victoria recaerá en Justine Triet o en J.A. Bayona), sin embargo, no hay duda que con Perfect Days, el alemán ha agregado una nueva obra maestra a su maravilloso canon.

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