Nominada a cinco premios de la Academia, entre ellos Mejor Película y Mejor Actor para Paul Giamatti, The Holdovers o nombrada al español como Los que se quedan es una experiencia imperdible sobre la bondad de la época navideña, el surgimiento de vínculos inusuales y los traumas de vida.

Corre el año de 1970 en un prestigioso instituto y el profesor Paul Hunham (interpretado por Paul Giamatti), quien no tiene buena fama, ni agradable carácter, se queda durante el periodo navideño para cuidar a los chicos problema, sin embargo, conforme avanzan los días, solo un chico queda: Angus (Dominic Sessa). Las dos almas solitarias se vinculan con una más: Mary (Da’Vine Joy Randolph), la jefa de cocina, quien hace no mucho tiempo perdió a su hijo en la guerra de Vietnam. 

El director Alexander Payne vuelve a demostrar que tiene una habilidad excepcional para crear películas altamente emocionales como Los Descendientes o Nebraska y ni se diga Los que se quedan. Si bien el póster y el tráiler no llegan a decir mucho, la película resulta ser un gran homenaje a las películas setenteras por su estética; iluminación abundantemente natural y granulado en la fotografía. 

Por otro lado, la historia es muy sencilla y entrañable. Conocemos a un profesor amargado que a través de la convivencia con otras almas rotas, se cura un poco las heridas con las que viene cargando. Los personajes son brillantemente desarrollados por el guionista David Hemingson, pues más allá de ser complejos, son reales: personas dañadas, con problemas de adaptación, mal carácter, pero que no dudan en abrir su corazón y demostrar que no son malas personas. 

Da’Vine Joy Randolph con su personaje de Mary da equilibrio y funge como la conciencia de los dos machos, quienes están en una constante lucha por ser el alfa. Su estoicismo, pese a haber perdido a su hijo en la guerra, es una muestra de que aunque quisiéramos detenernos por un momento, la vida continúa y no hay vuelta atrás; ya no se puede cambiar lo que pasó, pero sí está en nuestras manos trabajar para un mejor presente. 

Dominic Sessa es una tremenda revelación, pues con solo 21 años logra encarnar a un chico que bien podría también formar parte de The Breakfast Club. En esta película lucha encarnizadamente de tú a tú a nivel actoral contra un experimentado histrión como lo es Paul Giamatti (cosa nada fácil) y si tuviéramos que dar un resultado, no habría contundencia. Angus es otra alma en desgracia que busca desesperadamente la atención de su familia y al no encontrarla, se refugia con Paul y Mary, para así formar una triada inusual y tierna. 

La película tiene un mensaje claro: la vida es tan impredecible que hasta la formación de vínculos lo es. La vida nos va uniendo, como piezas de un rompecabezas, con personas imprevistas, con las que tal vez al principio no existe un interés por socializar, pero que si nos damos una oportunidad, podemos llegar a conocer a extraordinarios seres humanos que sean iguales a nosotros, aunque no lo veamos a simple vista y que tal vez se vuelvan indispensables o simplemente, como en Los que se quedan, solo permanezcan un corto periodo en el que nos revelen otra parte del mundo. 

Los que se quedan rescata la ternura y el encanto del cine setentero y ochentero. Nos hace recordar a películas maravillosas como Harold y Maude (1971) y El chofer y la señora Daisy (1989). La reciente aceptación por parte de la crítica y el público nos hace pensar que no solo puede llevarse algunas estatuillas, sino que podría despertar el interés de los grandes estudios por traer el estilo narrativo y estético de aquellas décadas a la actualidad. Para nada es una mala idea si van a entregar películas tan carismáticas como The Holdovers. 

The Holdovers o Los que se quedan está nominada a cinco premios Oscar: Mejor Película, Mejor Actor, Mejor Actriz de Reparto, Mejor Guion Original y Mejor Edición.