Quien imaginaría que aquella película del 2016, “The Accountant”, la cual pasó sin pena ni gloria por la memoria colectiva de la audiencia, tendría una secuela 9 años después, y sorprendentemente sería mejor que su predecesora.

Ben Affleck regresa para interpretar a Christian Wolff, quien posee capacidades complejas con los números, pero a su vez, una destreza con las armas y habilidades deficientes para socializar. Cuando un asesinato a un viejo conocido se produce, Wolff se siente en la responsabilidad de resolver el caso, no sin antes, reclutar a su hermano, distanciado de él, pero con el mismo don para matar. Wolff, Brax (Jon Bernthal) y su colaboradora Marybeth Medina (Cynthia Addai Robinson) se encaminan en una travesía llena de misterios, muertes y secretos enterrados.

Para aquellos que se durmieron viendo la primera película, la buena noticia es que es bastante probable que, con su secuela, algo similar ocurra. Comienza ocho años después de los sucesos de la anterior película, por lo que es necesario haber visto la primera para entender lo que sucede a lo largo de sus 125 minutos.

Escrita por Bull Dubuque y dirigida por Gavin O`Connor, quienes, por momentos, se adentran en la tipificada trama de los antihéroes y los villanos, malos muy malvados de otros países, ya sean árabes, mexicanos o rusos. Todo el misterio y el desarrollo de la trama suele ser un tanto confuso, en primera instancia, porque nadie recuerda lo que pasaba en la primera película salvo el ver a Ben Affleck interpretar a un asesino con autismo (por eso la importancia de refrescar los hechos).

Pese a su violencia glorificada y benevolencia hacia las armas, así como el mismo desarrollo de personaje en donde nuestro protagonista de día es el mejor padre y amigo del mundo, pero en la noche es el asesino o justiciero más épico de la historia; son los mismos protagonistas quienes hacen de esta historia entretenida y entrañable aún con sus baños de sangre.

Por más que Ben Affleck quiera hacer a un personaje icónico, es debatible si pueda entrar en la memoria colectiva del público, pues el cliché de personaje autista embona a la perfección para las capacidades actorales del protagonista. Mientras que Jon Bernthal, termina haciendo el papel que mejor le sale, el rudo solitario con tintes cómicos, así que tampoco perdurará tras varios años de estrenarse.

Sin embargo, si hablamos de duplas en el cine, es probablemente una de las mejores, casi a la altura de las absurdeces de Butch Cassidy. En el momento en que Chris y Brax se unen, la película se torna más divertida por la química que hay entre ambos, mención especial a una particular escena en un bar.

Aquí los directores prescinden de querer llenar a la trama de elementos en donde pongamos en duda nuestra moralidad por los asesinatos que los hermanos cometen, salvo las constantes protestas morales que poco funcionan por parte de Marybeth. Entramos a una película de acción esperando ver peleas, balas y sobre todo muertes, y ya si le cosa está de lujo, mucha sangre, y en esta la hay, estupendamente coreografiado y montado de forma ágil la escena final.

Son de estas típicas películas donde las audiencias la catalogan como “película dominguera”, quien sabe, igual se puede ver un sábado, es entretenida y terminas con una sensación satisfactoria, más no inigualable.

La cinta se encuentra ahora mismo en salas mexicanas.