Pocas veces Hollywood ha aprovechado las grandes historias que hay detrás del deporte, para plasmarlo en la gran pantalla. Obviando las miles de películas de boxeo o fútbol americano, otros deportes quedan desolados en cuanto al relato cinematográfico. 

La lucha libre, es uno de esos casos. No suelen haber muchas películas sobre este mundo, el “wrestling”, ni las personas que han participado en ella. Solo se pueden mencionar algunas cintas como “The wrestler” de Darren Aronofsky, o “Warrior” de Gavin O´Connor. O más recientemente “Cassandro” de Roger Ross, que también se centra sobre una personalidad de la lucha libre. 

Tal vez sea por lo difícil que es filmar y coreografiar las peleas sin que haya lesiones o sin ser tan evidentes los trucos de cámara. O simplemente porque el patriotismo americano prioriza su deporte emblema, dejando de lado el resto. 

Lo cierto es que “The Iron Claw” de Sean Durkin ya es casi de inmediato otro referente sobre el cine basado en el mundo del wrestling. Tomando para su argumento la supuesta “maldición” por la que atravesó la familia de los Von Erich, auténticas leyendas del deporte, quienes atravesaron por numerosos triunfos y títulos, así como por imborrables desgracias. 

Supone una de las últimas producciones de A24 en el 2023. Teniendo a dos fornidos de la actuación como Jeremy Allen White y Stanley Simons. Pero, quien se roba toda la atención, y al mismo tiempo, quien da una de las mejores actuaciones es Zac Efron, quien interpretando a Kevin Von Erich, puede decir que por fin salió en una buena película. 

La lucha libre es solo una excusa

Es la sutileza lo que hará de esta película algo más que destacable. La lucha libre, se sabe que requiere de mucha pasión y disciplina, porque un movimiento en falso puede terminar con la carrera de las personas que personifican las acrobacias, así como con sus vidas.

Es con lo que juega la película, la pasión que tenía el padre, en contraposición con la de todos los hermanos. A diferencia de Kevin, casi todos se veían obligados a ser luchadores profesionales para tener la aprobación de su padre Fritz Von Erich, quien en los años sesenta fue reconocido como uno de los mejores luchadores, siendo su movimiento “Iron Claw” la que le dio mucha fama. 

Como peleador, admirado, como padre, bastante repudiado. Dicho personaje iba a resultar conflictivo, de hecho, era el miedo a la hora de contar esta historia, quien lo personificaría. Pero la interpretación Holt McCallany es la adecuada, guardando un cierto respeto a su leyenda, sin dejar de lado sus fallos. 

Toda la película respeta esa escena de las luchas, desde la producción y el uso de paletas de colores, o los gráficos y supers al anunciar las peleas. Es bastante retro y de verdad sientes estar presenciando una auténtica lucha de los años ochenta. Así como sus coreografías, realizadas por Chavo Guerrero, un exluchador famoso, quien llegó a estar en WWE.

El descenso a la locura 

La pérdida es otro de los temas con los que juega la película. Genuinamente sientes demasiada lástima por los personajes, más por Kevin, quien presencia toda la miseria y quien se queda con todo el dolor de sus hermanos. Es difícil imaginar que esto fue real por lo miserable que puede ser en cierto punto, más en su climax y tercer acto.

Es tan fuerte la historia real, que el director excluyó del corte final a otro de los hermanos, quien se suicidó en 1991. Lo cual parece correcto para alivianar un poco el tono de la película, pues supondría dedicar más tiempo a otro conflicto de otro hermano, en vez de tener momentos románticos, como el del personaje de Zac Efron con su esposa (interpretada por Lilly James). 

La subtrama más difícil, fuera de la del personaje principal, es aquella con el personaje de Jeremy Allen, quien interpreta a Kerry Von Erich. Pues era otor luchar que prometía demasiado, pero la depresión y desidia impidió eso. 

Destaca una escena en particular con la que se refleja la pérdida de cordura, no solo de Kerry, también de sus hermanos. Y es cuando éste está en su motocicleta, hay un plano subjetivo en donde vemos una carretera de noche, solo siendo alumbrada por el faro de la moto. Dicho plano está partido en dos, siendo la línea de la carretera la que divide en izquierda y derecha. Es una clara inspiración en la escena inicial de “Lost Highway” de David Lynch, quien usa el mismo recurso para hacer alusión al cerebro del personaje y la línea pendulando de un hemisferio a otro, demostrando la pérdida de cordura.

Y así como ese, hay otros planos que reflejan esa misma decadencia mental, como esos planos detalles de las cuerdas del ring siendo tambaleándose, recordándonos esa mítica frase “la delgada línea entre la cordura y la locura.

Al final, “The Iron Claw” hace un trabajo apasionante sobre el wrestling, lo demandante que es y cómo afecta a quienes se dedican a ellos. Porque la película nos recuerda las caídas emocionales que los luchadores tienen, pues los resultados de las peleas están pactados desde antes. Si eres bueno ganas, pero si no, no vales mucho. Y esa fue la maldición de los Von Erich, dedicarse a algo que en verdad no querían.

Se estrena en salas mexicanas este jueves 21 de marzo. 

Mira el trailer aquí: