Las películas mexicanas han tenido un prejuicio desde hace años que alejaba a los espectadores de las salas, dejando cómo última opción en la cartelera las cintas producidas en el país. Esto ha estado cambiando en los últimos años pues cada vez se han tenido ofertas de mejor calidad que han contribuido a ir bajando la barrera de resistencia que tenemos los espectadores al momento de escoger qué película ver. 

No trato de crear un argumento nacionalista en el que invitamos a consumir solo lo mexicano o a darle una prioridad, lo cierto es que las películas se tienen que ganar su espacio gracias a la calidad de su contenido y no a campañas que parecen regañarnos si vamos a ver algo que no sea producido en el país, porque recordemos que el cine cómo cualquier forma de arte se trata de una forma de entretener. 

Me parece que actualmente tenemos una época de esplendor para la industria cinematográfica en México, porque se han producido largometrajes que han llegado a un reconocimiento mundial y que vuelven a poner al país en el mapa. Están dejando una expectativa cada vez más grande y que se va superando con trabajos que son del interés del público. 

Roma de Alfonso Cuarón fue un parteaguas para el cine en México, fue una película que retrataba a la sociedad mexicana de los años 70’s pero que también nos ayudaba a ver las cosas que parecían no haber cambiado en el país, el reconocimiento en los premios Oscar hizo que muchas personas voltearan a vernos y reconocernos cómo un país que tiene una experiencia en la producción de cine. 

Pero desde antes de la película de Cuarón ya teníamos una oferta que iba creciendo, cómo lo fue Sueño en Otro Idioma —cinta ganadora del Ariel a mejor película en 2017— y después con Ya no Estoy Aquí de 2019 con historias que salían de la Ciudad de México para contar narrativas de otras partes del país. Incluso en medio de la pandemia pudimos ver películas como Los Lobos o Sin señas Particulares que retrataban de diferentes maneras la migración y que nos sorprendían por la forma en que abordaban un tema tan complicado sin caer en los clichés. 

En años más recientes tuvimos Noche de Fuego de Tatiana Huezo que nos hizo conectar con una historia desgarradora que creo personajes entrañables y durante este año también pudimos ver El último Vagón dirigida por Ernesto Contreras dónde juntaba a un elenco lleno de talento y que además venían de lugares tan distintos que hubiera sido difícil verlos trabajando en otro contexto. 

Cómo mencionaba al inicio no solo se trata de consumir por consumir, debe de existir un interés genuino en el cine mexicano ahí dónde existe una gran tarea para los promotores, los gestores culturales y las personas encargadas de difundir el cine, habrá que crear nuevas estrategias para poder llegar a que existan más personas que apuesten por ver una película mexicana ya sea en una sala de cine o a través de una plataforma de streaming