El 8 de marzo ha sido una total inspiración para la creación de música, bailes, cantos, pinturas, entre otros, que no solo contienen algo especial de este movimiento sino que representa para muchas esperanza, valentía y amor por las víctimas. 

Entre toda la variedad de creaciones podemos encontrar los bordados, una técnica especial en la que las mujeres con familiares desaparecidos expresan su sentir a través de una aguja. Aún cuando en el pasado esta actividad era relacionada al quehacer doméstico o como algo femenino, hoy en día se ha convertido en una expresión política contra el sistema patriarcal. 

Ahora el pañuelo ha adquirido otra importancia, se ha convertido en un lienzo para depositar el dolor y la desesperación debido a las injusticias, pero también es una forma de recordar a las víctimas, es decirles, a través del hilo, “aquí sigo” y seguir buscando, valientemente, un rastro sobre ellas. 

También existen algunas colectivas que utilizan el bordado como una forma de recordar y manifestar la pérdida de las víctimas, un ejemplo de ello es el colectivo Bordeamos por la Paz, de Ciudad Juárez Chihuahua o Bordamos por la Paz de Guadalajara, Jalisco quienes en su página de Facebook dejan ver un poco de su objetivo:

“Bordamos tal vez porque queremos crear algo bello de los pedazos que recogemos del infierno. Porque unas manos pueden transformar las cosas y necesitamos transformarlas en cosas bellas porque ya muchas manos trabajan en hacer lo detestable, lo innombrable, lo incomprensible”.

En sus respectivas páginas de facebook se encuentran disponibles fotografías de sus bordados, con hilos de colores, los nombres de las víctimas y sus edades.

Es importante tomar en cuenta estas formas de expresión que surgen desde el dolor de la pérdida y a su vez la esperanza; además de todo el respeto y admiración que merecen todas aquellas mujeres que siguen buscando y que, a través de un hilo, nos invitan a conectarnos unos a otros, de corazón a corazón.

Este año, a lucha de las mujeres continúa. Los esfuerzos de solidaridad y sororidad no se detienen, por el contrario se fortalecen. Desde la trinchera de arte, de las movilizaciones e incluso en las pequeñas y cotidianas acciones exigimos una verdadera equidad de género.