La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas dio a conocer este miércoles 19 de junio a los nominados para el Ariel 66, donde la película Todo el silencio así como su protagonista Adriana Llabrés, recibieron la nominación a Mejor Película y Mejor Actriz respectivamente. 

En tiempos donde la inclusión es un tema cada vez más recurrente, el largometraje dirigido por Diego Del Río pone el foco en una comunidad poco explorada en la pantalla grande: los sordos. En entrevista, Adriana Llabrés nos cuenta sobre la intención, los desafíos y la satisfacción surgidos a raíz de este ambicioso proyecto cinematográfico. 

El origen de Todo el silencio

“Me cansé de escucharme quejar de que no existieran proyectos que yo quisiera ver o en los que yo quisiera estar”, comenta Llabrés sobre sus motivos para la realización del filme.  “(El proyecto) siempre partió de ganas de hablar de la sordera, de poner foco en su comunidad y de poder aprender más de ellos”.

Adriana Llabrés conoció a Diego del Río, director de la cinta, a raíz del mutuo interés por crear una puesta teatral sobre la sordera.  De manera anecdótica, la actriz le contó sobre su otosclerosis, una formación de calcio alrededor del tímpano, y las dos operaciones que le practicaron de pequeña. Debido a este padecimiento, algunas frecuencias le son imperceptibles a menos que estén a un volumen alto. Llabrés expresó su sensibilidad hacia los sordos a causa de su propia historia, dejando a Del Río conmovido.

Entre pláticas, Llabrés, Del Río, Luis Salinas y posteriormente, Lucía Carreras, en conjunto con otras personas, sumaron esfuerzos para la creación de la película que ha logrado añadir un punto en la lucha por la inclusión y visibilización de las personas sordas.  

“Nos tardamos un montón, pero a veces así son estos proyectos. El resultado es que estamos cambiando un poquito el mundo más allá de nosotros”, expresa la también productora de la cinta, luego de referir los nueve años que demoraron en iniciar el rodaje de la ópera prima dirigida por Del Río. 

En épocas como la nuestra, el respeto a la diversidad, la inclusión y la corrección política del lenguaje para consideración y empatía de los otros se ha vuelto de suma importancia. Sin embargo, hay quienes pueden sentirse confundidos sobre si es correcto referirse a las personas con debilidad auditiva como sordos o sordomudos. 

“Antes se decía que eran sordomudos, pero una de las primeras cosas que aprendimos con su comunidad es que no son mudos, son sordos y no hay nada malo en la franqueza de decirlo. Muchas veces los oyentes, al querer ser respetuosos, segregan más a la comunidad porque parece ser tan doloroso que no queremos faltar al respeto y no abrimos el espacio para cometer errores y aprender; un poco de está película sugiere que lo hagamos”.

– Adriana Llabrés

Un viaje a través del duelo

La trama de Todo el silencio sigue a Miriam, una mujer oyente dedicada a la enseñanza Lengua de Señas Mexicana (LSM) y actriz de teatro, quién en un contexto del México pandémico tiene que hacer frente al acelerado ritmo de su pérdida de audición. 

Adriana Llabrés se preparó durante año y medio para interpretar este personaje que ahora le ha dado la nominación a Mejor Actriz en la edición 66 del Premio Ariel. De la mano de la compañía Seña y Verbo, dedicada a promover la lengua y la cultura de los sordos a través del teatro, la intérprete tomó tres cursos de LSM para dotar de agilidad y naturalidad a Miriam, cuya lengua materna son las señas al ser una Hija Oyente de Padres Sordos (HOPS).

“No aprendí LSM como una coreografía, aprendí lo que estaba diciendo para también poder improvisar, porque muchas de las escenas eran planos secuencias”, explicó la artista. Denominándolo como bilingüe, Llabrés califica al largometraje como una experiencia inmersiva gracias a su diseño sonoro y resalta su importancia en varios niveles. 

La universalidad de la trama, expresa la también actriz de teatro, tiene que ver con el duelo de su protagonista al verse obligada a desprenderse de uno de sus sentidos. “Una vez que cambia la manera en la que nos relacionamos con el mundo, cambia nuestra identidad y siento que el viaje es acompañar a Miriam en este umbral. El mundo sigue. Es dolorosísimo, pero también es muy bello”, relata.

El propósito no son los premios

Después de la más reciente celebración del Festival Internacional de Cine de Morelia, Adriana Llabrés sintió la cercanía de las nominaciones al Ariel para Todo el silencio, reveladas hace apenas unos días. Sin embargo, aclara que su intención nunca fue obtener galardones. 

“Han sido tantos años de trabajo que uno ya no puede estar haciendo los proyectos para ganarse premios. Cuando sucede es increíble, pero no lo haces para eso. Da un empuje a hacer proyectos personales, propios, que tengan que ver con las cosas que pienso. Recalca muchas cosas en mí esta palmada en la espalda”.

La intérprete de Miriam, describe dos tipos de propósitos en la película, desde dentro y desde fuera. “De manera técnica, desde el lugar de productora, (el objetivo) es acortar la brecha entre teatro y cine y dar foco a la comunidad de sordos; abrir el diálogo para ver qué más podemos hacer para ser más incluyentes”, comenta. 

Aunado a lo anterior, Llabrés destaca el interés por “dar más luz a la gente de teatro”, lugar del que se siente miembro y al que dedicó por diez años su trabajo al efectuar entre cuatro y cinco obras anualmente. 

“Desde dentro, el propósito es empatizar y ver un viaje de duelo. Como sucede en muchas cosas artísticas, acompañarnos y hacernos ver que no estamos solos en las cosas que hacemos”. 

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