El fotógrafo y director mexicano Fito Pardo mantuvo una conversación vía zoom con Bogart Magazine desde la comunidad de su hogar enfrentando una realidad de la que ya es parte haciendo la mayor cantidad de trabajos posibles en una situación complicada para el gremio fílmico.

Fito Pardo tiene una carrera de poco más de 20 años en el mundo de la realización fotográfica donde ha participado en videos musicales, documentales, cortometrajes y largometrajes; además de publicaciones en medios importantes como Marie Claire, Vogue Japón y National Geographic, así como colaborador en Getty Images desde 2011.

Todo eso sin contar que es poseedor del premio Agave en el Festival de Cine Independiente y Video en Oaxaca a la mejor película dirigida por un mexicano con la cinta “Fuego inolvidable” en 2011 y posteriormente galardonada como la mejor película en el Festival de Cine Latino Americano de TRIESTE en Italia en 2013. 

Iniciada la conversación reflexiona acerca del confinamiento que afrontamos en este 2020. “Yo todo esto lo veo como una oportunidad de encontrarnos a nosotros mismos, lo que sea que dure es un espacio para saber lo que queremos y dónde estamos. Yo he usado este momento para rehacer mi sitio de internet, rehacer mis fotos, hacer una retrospectiva de lo que he hecho, si voy bien, o qué estudiar”.

Luego de batallar con los estudios y con encontrar su vocación, Fito comenzó a experimentar con amigos de la escuela. Tras varios cortometrajes, buscó becas que le permitieran entrar en el mundo del cine. Y lo logró.  “Me fui a Manhattan con un presupuesto limitado. Vivir solo es imposible. En un departamento muy chiquito vivíamos 5 y nos dividíamos la renta y comíamos de lo más barato en la calle”.

Pero una historia no está completa sin dudas o caminos inciertos. El joven Fito llegó a la NYFA con el propósito de ser director de cine, y lo logró, estudió dos años y cuando regresó a México hizo comerciales, videos como director de cine, videoclips y al octavo se dio cuenta que dirección de cine no era para él. 

“Empecé a tener tirria con clientes, no era bueno vendiendo y el habla me daba en la torre. Fue un momento negro de depresión, estuve como 6 meses sin saber qué hacer, dándome topes entre que si me gustaba y no me gustaba”.

No fue hasta que una oportunidad de entrar a Trata Films llegó a su vida. “Llegué con Eduardo De la Barcena, me hizo una entrevista y me dijo que no podía chambear ahí pero que me ayudaba a entrar a Panavisión todos los días que yo quisiera para jugar con las cámaras y aprender. En los siguientes seis meses desde las 10 am que abría Trata Films entraba para aprender sin trabajar ni ganar nada. Aprendí un chorro de cámaras y me di cuenta de que lo mío era la foto, no lidiaba con clientes ni con creativos. Me encantó.”

Una vez estando en el camino de la fotografía cada proyecto le ha impuesto nuevos retos y formas para descubrir perspectivas que enriquecen su profesión. En cada uno descubre distintas paletas de colores, visiones , iluminación y objetivos. Además, aprendió que en México se tiene una forma muy distinta de trabajar, especialmente por los presupuestos de los clientes. 

Sin embargo, todos los días ha crecido personalemte“ He aprendido a empatizar con las personas. De chiquito no tenía empatía con nada y al hacer documentales con la gente y estar con ellos me he empapado de empatía. Crecí en una sociedad fifí entonces me he tratado de escapar de esa sociedad”. Nos contó que tuvo que confrontar su personalidad introvertida para crear lazos comunicativos. 

Más allá de eso, ve a su trabajo como principal motivación.“Reto es entrevistar a gente solo, es agarrar el micrófono y poner el lavalier y que no se vea en cámara, que uno como fotógrafo tenga la iluminación perfecta sin crew (equipo de grabación) y lograr hacer una cosa. Reto es crear una iluminación perfecta para que se vea increíble para que a todos asombre. Es encontrar una fórmula de cómo fotografiar bien las cosas”.

Conforme avanza la plática, le pregunto sobre el sello más importante que imprime a sus obras. “En foto fija siempre juego con lentes que nadie juega. Todo mundo usa los mismos: el 18, el 50, el 85, el 100 y el 135. Yo uso los diferentes para hacer looks completamente distintos. Me choca ver la tele mexicana donde todos los comerciales se ven igual. Yo tengo esta idea de que tienes que jugar con los lentes y ver qué hay de nuevo”.

A lo largo de su experiencia en distintas ciudades, ha podido encontrar enigmáticos escenarios que explota en sus proyectos y es que nos explica cómo él ve arte en cada esquina de edificios. Y confiesa que Berlín es la ciudad que elige con los ojos cerrados. “Cada esquina de Berlín tiene una historia diferente. Conocí una cuarta parte de la ciudad y está cargado de historias como ninguna otra. Aparte la gente es super buena onda, la arquitectura moderna de Berlín es impresionante, es una ciudad increíble”. 

Hablando de ciudades es inevitable hablar de su relación con los agentes de seguridad en la capital mexicana, pues usar un tripie en esta ciudad se ha convertido en el peor enemigo de Fito Pardo.

“Siempre que pongo un triple llegan policías muy rápido. Cuando pongo un triple chiquito no me dicen nada y cuando pongo uno padre para hacer una foto de 10 horas estoy en problemas. Hasta en una foto de 1 hora estoy en problemas. Es como si el poli no tuviera nada que hacer, una falta de sentido común. Si ven un camarógrafo de televisa en medio de Reforma no le dicen nada, pero llega un turista y pone un triple en el mismo lugar lo quitan en segundos.

Mientras la conversación llega a su fin el balance retrospectivo era una pregunta obligatoria. Ante este ejercicio su respuesta es rápida y contundente:“En los últimos años me han gustado más las cosas que hago, las que hice hace 20 años ya no me gustan tanto, y las que he hecho hace 3 años me encantan. Me siento un fotógrafo mucho más maduro y con más experiencia. Pero ahora mi visión del futuro son los anamórficos y skypanels, nada más” (risas).