Casi diez años han pasado desde la última vez que la banda británica Depeche Mode visitó tierra azteca. Con cuatro conciertos en México, dos de ellos en el entonces Distrito Federal, la banda británica abrazó a una generación que pasó su juventud con su sonido lleno de sintetizadores.

Desde su presentación en México, dos nuevos álbumes han visto la luz, y con Spirit llegó la gran noticia para los seguidores nacionales: podrían ser parte de la gira Global Spirit Tour de Depeche Mode. El anuncio agotó la primer fecha en un abrir y cerrar de ojos, dejando espacio y algunas localidades disponibles en su segunda fecha.

El domingo pasado David Gahan, Martin Gore, Vince Clarke y Andrew Fletcher, enloquecieron a aquellos que pasados los treinta hicieron himnos de ‘Just Can’t Get Enough’, ‘Black Celebration’, y más tarde de ‘Enjoy the Silence’ o ‘ Personal Jesus’ ambos del disco más vendido en la historia de la banda: Violator.

Cortesía de Ocesa. Foto: Chino Lemus

Durante la noche de ayer el público se dividía entre aquellos que ya batallan con las canas y una generación mucho más joven. Es claro que hay clásicos que nunca pasan de moda, es cierto que no hay nada “más cool” que los ochenta, pero dentro de esto no hay nada más verdadero que la capacidad de los músicos de hacer sonidos que sin perder su esencia de origen siguen pareciendo vigentes.

A sabiendas de ello y con la promesa de conquistar nuevas audiencias Depeche Mode se entregó de pies a cabeza a su público. Justo cuando Rey Pila, la banda mexicana que sirvió de telonero, había terminado su aparición, la producción de los británicos pintó de colores las pantallas. Todos esperaban ansiosos, felices. Como ya se esperaba, los acordes de Revolution’ de The Beatles serían los responsables de anunciar la entrada triunfal.

Cortesía de Ocesa. Foto: Chino Lemus

Al ritmo del sencillo ‘Going backwards’ apareció el trío en escena. Para muchos la espera de casi diez años había terminado, para otros el tiempo parecía igual de largo, pero sólo habían esperado un año desde que compraron su boleto y por primera vez escucharía a Depeche Mode en vivo.  Pocas fueron las palabras dirigidas al público, pero cualquier “Thank you” era recibido con euforia. 

La noche era un frenesí: una audiencia extasiada, un grupo que desborda energía en el escenario, una producción que logra dinamismo con un par de luces y visuales que parecen cine en su máxima expresión. Se sentía una complicidad de las que pocas veces se logra entre el artista y su público. Uno a uno los temas fueron coreados, ‘Useless’ me recordó lo sensual que puede ser su música. Inevitablemente ‘Precious’ fue uno de los favoritos de la noche.

La nostalgia, el romanticismo y los suspiros corrieron a cargo de Martin Gore,  con ‘Judas’, ‘Home’  y más tarde con la hermosa ‘Somebody’. pasada la hora y media de concierto llegó el momento que todos fingimos odiar: el falso final estuvo enmarcado con ‘Never Let Me Down Again’ la pausa fue breve, un tanto confusa no se sabía a ciencia cierta si estábamos por escuchar el encore o no.

Cortesía de Ocesa. Foto: Chino Lemus

Las más de 50 mil personas que llenaban el Foro Sol, comenzaron el ritual con un poco de duda “¡Otra, otra!”. Por unos minutos sólo se oían las súplicas y de pronto la inconfundible voz de Gore nos enamoró con  ‘Somebody’ para traer de vuelta al escenario a los padres del rock electrónico. ‘Walking in my shoes’, ‘I feel you’ y para el cierre, la banda se guardó su carta más popular: ‘Personal Jesus’ sería la despedida con los mexicanos, sin duda el tema más esperado por todos. Muchos de nosotros regresamos a nuestra cotidianidad, a la  vida Godínez, pero con la sonrisa de una noche que no olvidaremos.