Es un hecho, la cuarentena permanecerá durante el mes de mayo, la noticia pisoteó las esperanzas de las personas que soñábamos con salir de casa pronto, pero fuimos víctimas de falsas ilusiones, de anhelos impulsados por un optimismo vacuo, cuyo resultado fue un golpe de realidad fulminante.

Justo en el momento que creíamos vislumbrar la luz de salida, apareció una nueva medida para informarnos que falta un largo camino por recorrer, y de hecho no llevamos ni la mitad. Ello me recuerda a una escena de la película OtherLife, bastante recomendable para los entusiastas de la ciencia ficción y la eterna incógnita: ¿para qué usamos los avances tecnológicos?

¿Cómo nos atrevimos a creer que la cuarentena terminaría pronto? Sobre todo porque hay miles de personas que no dimensionan la gravedad del asunto y continúan su vida como si nada, a veces deseo el cinismo que los mueve para salir con tranquilidad, sin embargo, no es asunto de atrevimiento, sino una cuestión de respeto por nuestros similares.

Lo único que sale a relucir en estos tiempos, es algo que H.G. Wells tenía claro desde que escribió La Guerra De Los Mundos: la maldad, el oportunismo, la supervivencia del más fuerte en lugar de un colectivismo que nos impulse a salir adelante.

Pero en realidad, ¿Qué tanto estamos dispuestos a ceder para ayudar al otro? Desde la evolución de las especies, las premisas individualistas de Adam Smith y el mismo psicoanálisis de Freud postulan que buscamos nuestro propio beneficio, ¿En verdad existe una posibilidad de cambio?

Hay ocasiones donde se puede percibir una unión fraternal entre los seres humanos, lo he llegado a sentir y es a través del arte y las humanidades, la más cercana fue gracias a One World, Together At Home, un concierto con bandas y artistas de primerísimo nivel que no dejó de ser emotivo y brillante a pesar de que no fue presencial, es así como la cultura levanta la mano para demostrar que su objetivo es volvernos gente sensible, dispuesta a generar un “tropos” motivados por el amor.

El covid-19 llegó para transformar el planeta, de él devienen cientos de cambios políticos, económicos, sociales y culturales, por tanto, es un hecho que nuestro mundo será diferente ante tantos giros en la dinámica que conocíamos, por tanto, es fundamental cuestionarse qué hacer para un futuro próspero, empezando por respondernos a preguntas como ¿Quiénes somos? ¿Qué hacemos? ¿Qué representamos? Y ¿Hacia dónde queremos dirigirnos?

O podemos seguir ensimismados y acentuar la célebre frase: “tenemos lo que merecemos”. Si mantenemos esa actitud, alimentaremos progresivamente nuestro trágico final, no sin antes asegurar un doliente futuro a las próximas generaciones por la que no pensamos ni un poco.