Edna Campos: en terreno desconocido
Desde joven, Edna Campos quedó fascinada por el cine, pero había algo sobre el cine de terror que la atrapó particularmente. La danza de los vampiros (1967. Dir. Roman Polanski) y El exorcista (1973. Dir. William Friedkin) fueron piezas claves para que el cine de género convirtiera a la pequeña Edna en una cinéfila.
Mientras crecía, más se adentraba en este submundo, encontrando joyas de todo tipo, ya fueran nacionales, como Más negro que la noche (1975. Dir. Carlos Enrique Taboada), Alucarda, la hija de las tinieblas (1977. Dir. Juan López Moctezuma) y El fantasma del convento (1934. Dir. Fernando de Fuentes), o internacionales, como Suspiria (1977. Dir. Dario Argento) o Shutter (2004. Dir. B. Pisanthanakun, P. Wongpoom).
Aunque claro, no todo en la vida es terror, cineastas como Pedro Almodóvar, Woody Allen, Lars von Trier, Quentin Tarantino y Peter Greenaway, así como las cintas The Godfather (1972. Dir. Francis Ford Coppola) y Ben-Hur: a tale of the Christ (1925. Dir. F. Niblo, B. R. Easton) la ayudaron a decantarse por el mundo del séptimo arte.
Hoy en día y desde 2002, Edna Campos es la creadora y directora del MACABRO Festival Internacional de Cine de Horror de la Ciudad de México, un espacio que se dedica a fomentar y difundir la creación de cine de terror independiente en el país, y para ella uno de los elementos más importantes que aporta México al terror mundial es el pensamiento mágico que nos ha acompañado desde tiempos prehispánicos, así como su capacidad de adaptación, pues son incontables las leyendas anglosajonas y europeas (tales como el vampiro, el hombre lobo o la casa embrujada), que el mexicano ha traducido exitosamente a nuestro contexto nacional.
Para muchos, fomentar la creación de terror en el cine en un país como el nuestro puede resultar mórbido, no obstante, para Campos este género es una ventana para retratar y documentar temas sociales bajo el manto de la fantasía y elementos sobrenaturales, para así poder asimilarlos de una manera más “suave”, motivo por el cuál se producen más películas de este tipo en momentos de crisis.
Al igual que todo el mundo, MACABRO tuvo que tomar decisiones rápidas y certeras a los largo de tres meses para poder adaptarse a la nueva normalidad, utilizando todos los recuerdos que tuvieron al alcance dentro de su infraestructura, para transformar al festival en un proyecto multimedia.
Aún es muy pronto para saber si la pandemia ha cambiado para siempre el modo en el que se realiza y se percibe el festival, pues ante la inaudita situación, los directivos se encuentran en terreno desconocido, aunque siempre confiando en que será otra edición exitosa, usando los recursos digitales a su favor.
Apuntando a una gran experiencia digital para los asistentes multimedia de este año, Edna Campos continúa con su quehacer en la exhibición y difusión cinematográfica, presentando experiencias aterradoras y reflexivas que posicionen a México como una potencia dentro del cine de terror en todo el mundo.