Las aspas de un helicóptero se escuchaban cortar el aire arriba de nuestras cabezas en el Zócalo, no era ‘Happiest Days Of Our Lives’; preludio deAnother Brick On The Wall, era parte de la logística del evento que a esa hora, aproximadamente las seis de la tarde, ordenaban el cierre de las entradas al Zócalo. La Plaza de la Constitución estaba al máximo de su capacidad, la llegada de Roger Waters, co-fundador de Pink Floyd, era inminente. Era la tercera ocasión que se presentaba en la capital después de  cuatro años de no venir.

A una hora y media del inicio del concierto, muchos de los asistentes que quedaron fuera de la plancha del Zócalo, se abrieron paso por la calle 16 de Septiembre, valiéndose de empujones, golpes y jalones entre ellos y contra granaderos de la policía.

Habían más de 200 mil personas en el Zócalo hacia las ocho de la noche, con parte del escenario encendido y con los asistentes a la expectativa del lado oscuro de la luna, los primeros acordes provocaron que el público quebrara en gritos y aplausos para así escuchar a Roger Waters interpretar los éxitos de Pink Floyd. ‘Speak To Me’, ‘Breathe’, ‘Set the Controls For the Heart of the Sun’, ‘One of these days’ se encargaron de dar la bienvenida a aquella experiencia audiovisual.

La lluvia no tardó en empapar a toda la concurrencia, para añadir un plus a los efectos visuales y sonoros del escenario instalado frente a la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. ‘Time’, ‘The Great Gig In The Sky’, ‘Money’, ‘Us And Them’ llevaron al público a través de la discografía de la banda fundada por Roger Waters y Syd Barret.

El sonido que viajaba canal a canal y la pantalla gigante del escenario eran los encargados de guiar a la audiencia en el contexto de los álbumes que se recorrieron como Animals, The Wall, The Dark Side Of The Moon y A Saucerful of Secrets.  “Muchas gracias” era la frase que salía de la garganta del músico inglés entre canciones.

La lluvia no cesaba, el agua recorría a la concurrencia, al igual que lo hacía la música de Waters con sus temas más representativos que uno a uno se conectaban ‘Fearless’, ‘Welcome to the machine’, ‘Wish You Were Here’, que fue uno de los éxitos más esperados, ‘Pigs on the Wing’  y ‘Dogs” hicieron de la plaza un lugar donde la gente coreaba, escuchaba o simplemente conocía nuevas canciones de Pink Floyd.

El momento más esperado llegó: el sonido de un helicóptero atravesaba las bocinas, ahora sí, era el preludio para la canción más conocida de la banda londinense, que curiosamente una vez que acabó varios de los asistentes comenzaron a retirarse, a pesar de que por delante aún quedaban canciones  como ‘Mother’ con sus imágenes de burla hacia el candidato republicano Donald Trump, ‘Run Like Hell’ y ‘Brain Damage’ que marcaban la recta final del concierto.

‘Eclipse’ enmarcó el espectáculo láser que se proyectaba en el escenario, el conocido prisma triangular con el espectro de color atravesándolo. Roger Waters se iba no sin antes leer el conocido discurso dirigido al presidente de México para finalmente y desde una plataforma en las alturas del escenario, tocara en su bajo las notas de ‘Comfortably Numb’ el solista se despidió con un mensaje claro “Viva México, cabrones” para así dar paso a los miles de asistentes que complacidos se esparcieron por toda la ciudad empapados por el agua y por Waters.

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