“Bienvenidos a nuestra casa, este concierto es para bailar, cantar, reír y llorar…” fue parte de la promesa que Natalia Lafourcade hizo a su público en uno de los últimos conciertos que ofreció como parte de su gira Musas. En un teatro Metropolitan lleno, que ha sido testigo de otras cinco fechas agotadas y que también documentará el cierre de su tour, Lafourcade se despide los escenarios por tiempo indefinido.

A poco más de 15 años de carrera, la cantante se apoderó del recinto en un concierto de casi tres horas al que solo se le puede describir con un adjetivo: pre-cio-so. Y es que a su corta edad se planta con una madurez y dominio absoluto de todos sus talentos, que resulta casi imposible no quererla.

Cada concierto de la gira ha sido un viaje a través de su evolución como artista. Al inicio del concierto, se posa al centro de una mesa, en un traje rojo que la hace ver monumental. Junto a ella, Miguel Peña y Juan Carlos Allende, mejor conocidos como los Macorinos, dan rienda suelta a sus requintos con los temas de Musas Vol. 1 y 2. Ese sonido que me recuerda a mi abuelo me envolvió en nostalgia. Desde ‘Alma mía’, tema con el ir abrió el concierto, hasta mis dos favoritas ‘Mexicana Hermosa’ y ‘Soledad y el Mar’ fueron responsables de sumergirnos en un ambiente muy mexicano.

Fotografía: César Vicuña / OCESA

El sonido de las olas del mar fue lo que marcó la pausa para que Natalia Lafourcade se cambiara de atuendo y comenzara un bloque dedicado al que para mí, es su mejor disco: Hasta la raíz. Fue en ese momento donde sus promesas comenzaron a hacerse tangibles. La nostalgia cobró formas más profundas que solo podían desahogarse al cantar con la misma emoción que Lafourcade. Tras un par de canciones, demostró ser una mujer que no olvida su origen, no solo por sus discos de homenaje al folclor latinoamericano del cual se siente orgullosa, también porque no tuvo miedo de ir hasta sus inicios.

Temas de Hu, hu, hu y Mujer Divina le dieron un toque más relajado a la noche. No mintió cuando aludió al Metropolitan como su casa, sí, lo convirtió en un hogar lleno de calidez, confesiones íntimas entre cada interpretación, su banda divirtiéndose junto a ella y nosotros agradeciendo las atenciones de tan grande anfitriona. Un sonido impecable fue su aliado para divertirse en el escenario. La manera en que disfruta cada minuto de su trabajo se contagia al instante.

La melancolía había quedado atrás, ahora todo era emoción, las complacencias llegaban.‘Elefantes’, ‘Casa’, ‘Amor te duele’ y otras más, sonaron para dejar en claro una cosa: su crecimiento profesional se ha dado a pasos agigantados. Con un modesto juego de luces y todo un equipo de talentosos logró reinventar sus propios temas. Toques de blues y jazz hicieron un espectáculo que no le pide nada a nadie. Todo se ejecutó a la perfección, con el don musical que tiene, cualquier producción extravagante sale sobrando.

Fotografía: César Vicuña / OCESA

‘Con Mi lugar favorito’, regresó a los sonidos mexicanos, pero también daría rienda suelta a un puñado de sorpresas. Con gran energía aún, Lafourcade hizo un nuevo recuento de Musas. ‘Mi Tierra Veracruzana’ fue el tema con el que evidenció la emoción por ir a descansar un rato, no sin antes entregarse por completo en lo que será una de sus últimas presentaciones. “Ya casi, ya casi” fue su expresión con la que hizo alusión a su hogar, está lista para decir adiós por un tiempo, confesó que estaría muy ocupada vendiendo cocos en la playa… esa si es vida.

Entonces, llegó una nueva sorpresa, varias personas del público compartirían protagonismo en el escenario con la cantante. Sí, con ‘Tu si sabes quererme’ se hizo acompañar de la audiencia en lo que podría ser una fiesta, que aunque estaba por terminar, llegaba a su momento cumbre. Sin grandes o exagerados protocolos de seguridad bajo del escenario para convivir con el mayor número de asistentes posibles.

Justo cuando parecía que las sorpresas habían terminado, recordó al divo de Juárez y aquel dueto junto a él. ‘Ya no vivo por vivir’ de Juan Gabriel fue un último regalo que nos hizo, momento que compartió con su madre sobre el escenario. De pronto, se apagaron las luces, pero todos sabíamos que volvería al escenario.

Fotografía: César Vicuña / OCESA

Sentada en una mecedora hizo sonar los acordes de ‘Recuérdame’. La canción ganadora de un Premio Oscar sería responsable de arrancar el encore que duraría otros treinta minutos. La audiencia enloqueció, todos estaban incrédulos y nuevamente el Metropolitan cantaba al unísono con la “mexicana hermosa”.

De inmediato, Lafourcade dio muestra de su sencillez y dejó que su amiga y compañera Silvana Estrada cantara un par de canciones. Ante su próximo descanso de los escenarios no dejó pasar la oportunidad de abrir puertas para su equipo. Cuatro canciones con las que su corista demostró la versatilidad de su voz pasaron. Con ‘Partir de mi’ se despidió de todos nosotros, no sin antes prometer que regresaría pronto.

Como en todo siempre hay detractores. Aquellas voces que limitan su opinión en dos factores: el disco Natalia Lafourcade y el tema ‘Amarte Duele’, con esos dos argumentos encasillan a la multiinstrumentista en la categoría de artista genérica. La comparan con Sariñana, quien también tiene talento pero evidentemente no disfruta esa faceta; también comparan su registro con el de Carla Morrison que no logra un estilo innovador.

Fotografía: César Vicuña / OCESA

Pero no, Lafourcade en mucho más que eso. Su éxito no solo se reduce a su virtuosismo instrumental y compositor, no señor, ella alimenta su éxito de humildad, sencillez, carisma y sobre todo honestidad. Siempre leal a sus convicciones, a sus raíces y a su México, nuestro México. ¿Quien diría que con un disco de folclor latinoamericano, una joven podría llenar siete fechas? Parece una necedad insistir en que carece de habilidades sólo por no apegarse a “las modas” y que de haberlo hecho, también tendría inconformes a los mismos.

Su gira Musas termina mañana. Después tomará un descanso indefinido pero quizá necesario para seguir su camino en una carrera donde pocas veces se junta la madurez con la versatilidad, donde son excepcionales los casos que en lugar de crear divas se forman cómplices. Donde en lugar de espectáculo hay arte. Gracias Natalia Lafourcade por esa noche tan maravillosa que me regalaste por segundo año consecutivo. No sé cuánto deba esperar para reencontrarnos pero ten por seguro que a tu regreso yo estará nuevamente aquí para cantar contigo.