Alí Chumacero, el obrero de la literatura
La poesía mexicana es de las más ricas en Latinoamérica, es dueña de una gran tradición e historia, ninguno de los países de América Latina tiene en su lírica un linaje y abolengo como México; desde Amado Nervo, Villaurrutia, pasando por López Velarde, Gorostiza y Pellicer, hasta Octavio Paz, Jaime Sabines y el personaje que hoy nos reúne Alí Chumacero, considerado entre los más importantes de la poesía hispanoamericana y conocido como un hombre de letras, libros y literatura.
Chumacero escribió sus primeros poemas a los 18 años y a los 19 se mudó a la Ciudad de México; trabajó para darse a conocer como poeta y participó en diferentes actividades culturales de México. Se le conoció como el autor de la “poesía breve, pero de construcción perfecta”, su lírica refleja amor, desilusión, júbilo e ira. En sus poemas está plasmada la belleza del mundo, la vida cotidiana, emociones, añoranza, soledad, deseo y pasión.
También trabajó como corrector, redactor y editor del Fondo de Cultura Económica, por sus manos pasaron los originales de libros como El laberinto de la Soledad, de Octavio Paz, La región más transparente, de Carlos Fuentes y el poema “Muerte sin fin”, de José Gorostiza; corrigió a escritores como Juan Rulfo, Juan José Arreola o Alfonso Reyes y se calificó así mismo como “un hombre dedicado a los libros”, “un obrero de la literatura”, siempre rechazó ser definido como intelectual.
Dedicó su vida a la poesía y los libros; por un lado, con una breve obra, pero sustanciosa, en la poesía de Alí Chumacero los sentidos quedan al descubierto y reflejan la labor de un artista que cuidaba cada línea y palabra; comparto como ejemplo un fragmento del poema “Elegía del regreso”.
Y vuelvo a navegar la inmensa noche,
la sombra dilatada que mecía
de ti sólo recuerdo de recuerdos,
y de mí la ceniza de tu sueño.
Pero al mirarte ya dentro del alma,
íntima de mi aliento, el corazón
halla reposo en ti, pues nuestra noche
es infinita y pura en su delicia.
Y por otro lado está el hombre que durante cincuenta años cuidó la edición de obras de los escritores más importantes de la literatura mexicana.
He leído la poesía de Octavio Paz, Pablo Neruda, Nicanor Parra, Amado Nervo, Pita Amor, César Vallejo, Jaime Sabine, Vicente Huidobro, entre otros, pero siempre regreso al trabajo de Alí Chumacero. Con cuarenta años a cuestas gozo con su lectura, es poesía que se revela poco a poco; difícil y fascinante al mismo tiempo, es poesía que vivirá para siempre.