Anton Van Dyck tiene un lugar entre los pintores más reconocidos en la región Flamenca de Bélgica del siglo XVII. Siendo apenas un adolescente, fue el más notable aprendiz de Rubbens. Durante la época en la que trabajó en el estudio del reconocido pintor, Van Dyck adquiere el interés para trabajar obras de temas religiosos y mitológicos, aunque desde sus inicios mostró una especial habilidad como retratista.

Su talento lo llevó desde su natal pueblo Antwerp, hasta la corte inglesa del entonces Rey Carlos I, donde alcanzó gran popularidad por sus innumerables retratos de la nobleza, especialmente de la familia real, e importantes figuras de la alta sociedad.

Dado que la mayoría de su prolífica obra la realizó en Inglaterra, su estilo influyó en las posteriores generaciones de retratistas británicos.

Las poses y ángulos en los que pintaba a sus modelos, junto con la decoración del fondo y las vestimentas, hacen ver al personaje representado en una disposición relajada comparado con las posturas rígidas que era común observar en los retratos de la época. El trabajo de Van Dyck era del agrado de la clase aristócrata porque el artista dotaba de elegancia y autoridad dignas de las personalidades a las que pintaba.

Con motivo de su aniversario, presentamos algunos de sus cuadros sobresalientes.

Carlos I de Caza (1635)

El monarca se valía de las grandes capacidades pictóricas de Van Dyck para reafirmar su imagen debido a su baja estatura. El artista pintaba sobre grandes lienzos y posicionaba  al los modelos de tal manera que  parecían ser vistos desde abajo por el espectador. En este cuadro Carlos I se encuentra en un entorno ajeno a la realeza (no ostenta finos trajes o joyas, tampoco se encuentra al interior de un suntuoso palacio), aparece en un momento de esparcimiento junto a dos sirvientes y un caballo. Los detalles de la ropa (apariencia satinada)  y la mirada que dirige al espectador, resalta su figura del resto del paisaje.

Lucas y Cornelis de Wael (c.1627)

Alrededor de los años en que este cuadro fue realizado, en los dobles retratos sólo se pintaban a matrimonios o parejas comprometidas, Van Dyck comenzó a representar a dos hombres o mujeres que por lo general eran amigos o familiares.

En esta obra se puede observar cómo la interacción entre los modelos es dista de la formalidad que se adoptaba en un retrato convencional; parece una captura rápida en un momento de convivencia íntima de los hermanos Wael, en presencia del pintor.

El Prendimiento (1620)

En el estudio de Peter Paul Rubens predominaba la pintura religiosa, Van Dyck al ser su más sobresaliente asistente, solía participar en las comisiones del artista. Después  en su trabajo independiente también incluyó pasajes con dichos motivos; este cuadro es una reproducción de la traición de de Cristo por parte de Judas. El dramatismo en este cuadro recae en el juego de luces, el movimiento de los personajes y la habilidad de Van Dyck para transmitir emociones diversas en cada uno de los rostros, lo cual también es notorio en sus retratos.