Al tener al menos cinco estrenos por año, tal vez cueste trabajo recordarlo hoy en día, pero hubo una época en que las películas de superhéroes eran todo un evento. El mundo del entretenimiento se detenía para ver al nuevo encapotado en turno en la pantalla grande y decidir si valía la pena o era otra entrega risible como era costumbre. No obstante, hace 15 años, Nolan y su Batman Inicia cambiaron las reglas del juego y las cosas no volvieron a ser las mismas. 

Batman Inicia (Batman Begins) es una película estadounidense de 2005, dirigida por Christopher Nolan y estelarizada por Christian Bale, Michael Caine, Gary Oldman, Liam Neeson, Katie Holmes y Morgan Freeman. La cinta cuenta la historia de Bruce Wayne, un billonario quien, motivado por la tragedia, dedica su vida a exponer y derrotar a la corrupción que plaga su ciudad natal, Ciudad Gótica. Incapaz de trabajar con el sistema, decide crear una nueva identidad, un símbolo de miedo para el submundo criminal: Batman.

Tras los desastrosos resultados de Batman Forever (1995, Dir. Joel Schumacher) y Batman & Robin (1997, Dir. Joel Schumacher), el futuro del personaje era completamente incierto. Se barajó proyecto tras proyecto, pero ninguno parecía tener la suficiente tracción. No fue hasta que el joven Christopher Nolan planteó su idea fuertemente inspirada por Batman Year One de Frank Miller, que Warner Bros. decidió dar luz verde para una nueva película del hombre murciélago. 

Con tan sólo tres proyectos como respaldo, Nolan decidió embarcarse en este monumental proyecto para reinventar al personaje, tomando la elección de enfatizar dos de los elementos más importantes que hacen al encapotado de negro tan atractivo para las audiencias; optando por contar la historia del héroe desde su nacimiento, pues si bien el folclore de Batman ya está enraizado en el subconsciente popular, nunca antes se había mostrado el inicio de su viaje en la pantalla de plata. Para los seguidores del superhéroe, fue todo un deleite observar al millonario reunir pieza a pieza su icónico armamento.  

De igual manera, resaltó el aspecto humano del justiciero, aterrizándolo en la medida de lo posible al llamado “mundo real”, pues es precisamente esa “plausibilidad” lo que ha hecho soñar a los fanáticos durante más de 75 años, la idea de que alguien en alguna parte podría hacer la diferencia en su ciudad, ya sea golpeando criminales o con medidas menos radicales.

El guión escrito por Nolan y David S. Goyer toma la valiente decisión de darle el mismo protagonismo a Bruce Wayne que a Batman. En primera instancia, pareciera el camino a tomar más obvio en el mundo, sin embargo, sólo basta con mirar las entregas pasadas, las cuales presentan a un Wayne carismático aunque poco o nada profundo, sirviendo sólo de conductor o herramienta para poder llegar al verdadero atractivo y por lo que la audiencia pagó su boleto, el hombre vestido de murciélago que golpea a rimbombantes adversarios. 

En esta ocasión se nos presentan las motivaciones, anhelos y esperanzas de Wayne como personaje propio más allá de su alter ego enmascarado, resultando en una figura mucho más completa. Y debía serlo, pues durante la primer mitad de la cinta lo acompañamos en su viaje de autodescubrimiento, sin señal alguna de capas o artefactos, siendo hasta pasados los 60 minutos que vemos por primera vez en pantalla al caballero de la noche en toda su gloria. 

Para el desafío de lograr el carisma superficial pero también una complejidad dramática casi mórbida, se requerían de dos puntos clave. El primero era el actor perfecto capaz de controlar dicha bipolaridad, ¿y quién mejor para el papel que el mismísimo psicópata americano en persona? La ya conocida intensidad de Christian Bale era un componente indispensable para que la historia funcionara a la perfección. El segundo era un manejo perfecto de histriones por parte del director; para suerte de todos, el director británico había conseguido su maestría en dirección de actores tres años antes, al trabajar con Al Pacino, Robin Williams y Hilary Swank en el atrapante thriller Insomnia (2002). 

Goyer y Nolan comprendieron que para llenar el mundo tan rico en el que existe el vigilante murciélago, eran necesarios personajes secundarios igual de completos e interesantes, por lo que le entregaron en sus versiones del teniente James Gordon, Rachel Dawes y Lucius Fox personas tridimensionales que se preocupan por Bruce tanto como lo hacen por el justiciero nocturno, resultando en los que tal vez sean los mejores aliados de Batman que hemos visto en el cine hasta la fecha. 

Caso especial es el Alfred Penniword interpretado por el veterano Michael Caine, pues mientras en las entregas pasadas, el papel del mayordomo no era más que un acompañante que ocasionalmente soltaba un par de remates ingeniosos, ahora es mostrado como una figura casi paternal que está dispuesto a acompañar al “amo Bruce” en su descabellada cruzada con tal de ayudarlo a encontrar paz, aunque no sin hacerlo notar sus errores, llamarle la atención y compartir su sabiduría. 

El cine de superhéroes es uno de los espacios donde la banda sonora tiene más oportunidad de brillar y hacer el tema que va a representar a Batman no es tarea fácil. El elegido para el trabajo fue el legendario Hans Zimmer, quien rápidamente se dio cuenta de que no sería tarea fácil, por lo que llamó a su amigo James Newton Howard para ayudarlo a abordar la clara dicotomía que requería la historia. Mientras Howard se dedicó a componer piezas dramáticas y clásicas para acompañar a las escenas de Bruce Wayne, Zimmer compuso el ahora clásico y fastuoso tema que retiembla cada vez  que el enmascarado sale a cuadro. Con esto, ambos compositores alcanzaron una icónica banda sonora que surca exitosamente por la dualidad del proyecto y lo enaltece a otro nivel. 

Con su Batman Begins, Christopher Nolan revolucionó al cine de superhéroes, al ejecutar una obra innegablemente cabal que eleva al género a nuevos estándares al mismo tiempo que conserva los ideales y el heroísmo necesario en una entrega de este tipo, creando una camada de imitadores quienes hasta la fecha continúan intentando fallidamente hacer todo “realista” y “oscuro”, así como otorgando el combustible suficiente para convertir a esta clase de cine en la industria gigantesca que ahora conocemos.