Es válido pensar que la vida de Robert Nesta Marley estuvo llena de contrastes; momentos que iluminaron su vida hasta convertirlo en un ícono de paz, entrega, de la filosofía rastafari, y del reggae. Pero también existen lapsos descritos por su viuda, Rita Anderson, en los cuales uno queda impactado por la magnitud de la denuncia.

Un hombre que concibió trece hijos con diferentes amantes. También derrochó sus riquezas para ellas en lugar de su esposa, quien se encontraba habitando una choza y lavando los calzones de su marido ¿Qué tan contradictorias fueron sus acciones en relación al discurso que profesaba arriba del stage?

Reflexiono sobre ello al mismo tiempo que recuerdo aquel rostro alegre, con un temple fuerte, bamboleando sus rastas de un lado a otro, jugando con su guitarra Les Paul; pienso en eso y me cuesta creer en las denuncias de quien fue su esposa. El hombre que hizo la paz entre dos partidos políticos de su país que despertaban una violencia incontrolable mediante un concierto, resultó ser un farsante.

Revivo las viejas glorias escuchando éxitos como ‘Get Up Stand Up’, ‘Buffalo Soldier’, ‘Three Little Birds’, ‘No Woman No Cry’, ‘One Love’, ‘Is This Love?’ y ‘I Shot The Sheriff’, pero sigo testarudo, tal vez Bob Marley perdió el piso, así como yo extravié alguna parte de mi admiración por el jamaiquino.

Sigo con Exodus, luego Redemption Song, finalizó mi conflicto interno: nunca entenderé como es que, naciendo en situaciones precarias, siendo un hombre de bien, hayas cargado un secreto decepcionante, aún así, eres el rey del reggae, tu música es la esencia de una cultura, es el trepidante rugido de un león que exige respeto y equidad en todo el mundo. Aquella parte de ti es loable, tu música “satisface mi alma”.