El humano tiene una fijación por demás peculiar por los temas ominosos. Tenemos una necesidad mórbida que pocas veces admitimos y que, sin saberlo, siempre estamos buscando satisfacer. Existen muy pocas cosas que sacien tan placenteramente esa urgencia oculta. Afortunadamente, un cineasta en particular ha construido su carrera durante tres décadas saciando dicha urgencia.

David Andrew Leo Fincher nació en Denver, Colorado, el 28 de agosto de 1962 en una familia pequeña conformada por un padre escritor y una madre enfermera de salud mental. Aunque su residencia era muy cambiante, el pequeño David no permitió que esto lo afectara y decidió desde los 8 años que quería dedicarse al cine, después de ver el documental detrás de cámara de Butch Cassidy and the Sundance Kid.

Comenzando desde abajo, Fincher fue asistente de producción, productor de efectos visuales, operador de cámara y asistente de fotografía. Fue en 1984 cuando se le presentó la oportunidad de dirigir un spot para televisión de la American Cancer Society. Su imagen de un feto fumando fue tan poderosa que llamó la atención de diversos productores, comenzando su prolífica carrera como director de comerciales y video musicales, lo que lo llevó a realizar unos de los videos más importantes de la década, trabajando con artistas como Michael Jackson, Madonna, Aerosmith y George Michael

Su debut como director de largometrajes llegó en 1992 con Alien 3. La problemática producción, las constantes reescrituras del guión y las presiones del estudio sobre el director primerizo, resultaron en un fracaso entre críticos y audiencias. Con una bienvenida infernal como esa, la carrera del cineasta parecía haber terminado el día que comenzó. Fincher se distanció de la industria durante un par de años, hasta que un guión poderoso lo hizo volver a los sets de grabación, lanzando Seven en 1995.

Con el estreno de su oscuro y perturbador thriller psicológico, el mundo se dio cuenta del desconcertante talento del joven realizador, lo que le permitió construir una prolífica filmografía que consta de otros 8 filmes; The Game (1997), Fight Club (1999), Panic Room (2002), Zodiac (2007), The Curious Case of Benjamin Button (2008), The Social Network (2010), The Girl with the Dragon Tattoo (2011) y Gone Girl (2014). 

Considerado ampliamente como uno de los mejores directores en la actualidad, el realizador logró retomar el control de su carrera tras un desafortunado comienzo. Su perfeccionismo que raya en el trastorno obsesivo compulsivo hacen de sus películas piezas perfectamente ejecutadas, pulidas y curadas hasta el mínimo detalle, absolutamente todo lo que ves y escuchas en una producción de Fincher está ahí porque el director así lo quiso. 

Su talento ha cautivado a las audiencias durante casi 30 años, sorprendiendo constantemente con los exquisitos guiones que selecciona y valiéndole Globos de Oro, Premios BAFTA y nominaciones al Oscar. Pero su genio no pudo ser contenido en la pantalla grande, pues ha estado detrás de House of Cards (2013 – 2018) y Mindhunter (2017 – ), dos de las series más exitosas y elogiadas de la plataforma y productora Netflix.

A 58 años de su nacimiento, David Fincher ha logrado representar a la perfección la psique de la posmodernidad, la sociedad del displacer así como el paulatino alejamiento de Hollywood de los héroes como protagonistas puros. Su fijación casi insana por los asesinos y los hombres completamente fallidos, retratados con tomas completamente estables y precisas, nos hace encontrarnos constantemente con nuestra propia oscuridad, y con el final de cada película, nos deja con el corazón palpitante, lleno de adrenalina, preguntándonos porqué lo que acabamos de ver nos parece tan cercano.