Sería en 2009 que el cineasta Spike Jonze añadiría a su repertorio una nueva adaptación de un libro a la pantalla grande , pero esta vez se trataría del cuento infantil escrito e ilustrado por Maurice Sendak:  “Donde viven los monstruos”.

La historia es protagonizada por Max , un niño que tras pelear con su madre se embarca de camino a una isla fantástica llena de monstruos que tras su llegada lo proclaman el nuevo rey monstruo. Comenzando así sus nuevas aventuras como líder de un grupo de excéntricas criaturas.

Esta adaptación tiene muchas libertades creativas, Jonze recrea un ambiente en donde pondera la fantasía y lo salvaje a la vez que añade una capa de complejidad y drama que expande la idea original de Sendak, sin dejar de lado piezas clave que refuerzan el mensaje de cómo se viven varios sentimientos en la etapa infantil.

Una gran diferencia es cómo se brinda de un rol más participativo a los monstruos, podemos verlo desde el tratamiento en cuanto a su creación ya que estos diseños son fieles a los del libro pero hechos para ser trajes funcionales en el set por la compañía Jim Henson’s Creature Shop (Labyrinth, El cristal encantado) , dándole al actor Max Records en su papel como protagonista , una mayor naturalidad en su interacción con estos fantásticos seres.

Y es que la relación de los monstruos con Max es una parte medular de la trama ya que es mediante el conocer a estas criaturas,  el explorar cada una de sus personalidades y excentricidades lo que nos hace vivir a través de ellos una parte muy íntima de las emociones humanas , aquello que moldea las relaciones afectivas y filiales , las pequeñas cosas que conflictúan  o unen a las personas.

Los monstruos son un reflejo de lo que Max enfrenta en su vida ya que al llegar a la isla toma las riendas de una responsabilidad de la que no tiene un claro control, y es durante todo esta aventura como rey que debe lidiar con los monstruos y sus muchas facetas , con los momentos impulsivos,  incómodos, dolorosos y de euforia. Prácticamente se enfrenta con sus propias emociones y con uno de los temas que predominan en este filme : la soledad.

En ocasiones se puede pensar que la naturaleza de los niños no se lleva con la soledad pero de esto habla fuertemente este filme, presentándonos personajes con miedo a lo desconocido y a los rumbos tan imprevisibles que puede tomar la vida, especialmente  para nuestro protagonista, quien se encuentra en una etapa tan conflictiva de la vida, en donde el abandono le hace buscar un santuario en su imaginación, que en este caso, lo aterriza en situaciones más realistas de lo esperadas.

La isla que sirve como un gran campo de juego en donde la imaginación del protagonista puede florecer , se convierte en un lugar de catarsis y reflexión que finalmente le lleva a replantearse su lugar en el mundo, las relaciones en su vida real y sobretodo el control de sus sentimientos.

La infancia puede llegar a ser caos y clareza, se siembra lo que nos atormenta, lo que nos divierte y lo que nos sirve para poder lidiar con los monstruos que habitan junto con nosotros los momentos más solitarios y confusos de nuestras vidas.

Donde habitan los monstruos habla sobre esas emociones que tanto Maurice Sendak como Spike Jonze, tú o yo sentimos en algún punto en la niñez y que probablemente despiertan en nuestra adultez más a menudo de lo que quisiéramos admitir.

Esta es una cinta que le habla a muchas generaciones y que respeta tanto al autor como al material original, cuyas ideas y reflexiones principales dotan de sentido a esta obra a pesar de ser abordadas de una manera muy particular y casi personal por su director.

Muchas de las escenas en esta película están cargadas de sentimentalidad y casi nostalgia, y por suerte el apartado visual casi no ha envejecido a 10 años de su estreno, por lo que deja una fuerte impresión en el espectador.

  • Where the Wild Things Are
  • Estados Unidos, 2009
  • Director: Spike Jonze
  • Guión: Spike Jonze, Dave Eggers (Libro: Maurice Sendak)
  • Con: Max Records, Catherine Keener, Pepita Emmerichs, Mark Ruffalo
  • Duración: 101 minutos