Podrá ser un absoluto desastre, como piensan algunos; otros creen que fue un intento arriesgado con resultados bizarros; lo cierto es que, Ummagumma, cuarto disco de Pink Floyd, es una alternativa que actualmente sigue provocando sensaciones ambiguas, nostálgicas, y extraordinarias.

El Studio Album es la sección experimental que cada integrante llevó a cabo. Waters, Gilmour, Mason y Wright echaron mano de sus cualidades y  talentos para crear atmósferas diferentes, llenas de psicodelia e ingeniería musical. Es una obra que si se escucha en la oscuridad, puede recrear situaciones de paz como en ‘Grandchester Meadows’, pero también te colocará en ambientes insólitos que reflejan el oscurantismo de las tenebrosas mentes de Pink Floyd, sin dejar de ser maravillosas.

Estos paisajes sonoros ponen los nervios en una situación variopinta, los sonidos no son comunes, en algunos momentos, abandonan la armonía para envolverte en una locura febril, ensordecedora, cuando esta situación se desborda como la fuerza de un torbellino, repentinamente llega la calma; todo el caos imaginado se convierte en música ambiental que retrata los campos de Cambridgeshire con cierta nostalgia.

Por otra parte, el Live Album, es una muestra de la capacidad que tenía Pink Floyd para incluir nuevas variables en cuestión de estructura, improvisación y ornamentación. Todas aquellas pensadas y ejecutadas en el momento. Es por ello que tuvieron la confianza de llegar a grabar con la mente en blanco, seguros de sus virtudes. Yo lo aplaudo.

Ummagumma es un disco imperdible para aquel que busca encender al máximo sus sentidos en compañía de sonidos nuevos. Es una obra ingeniosa desde la portada hasta el último segundo de su pieza final. Expresa una variedad de contrastes que no se repetirá nunca más, no por santificar a la banda; sino por el carácter creativo y personal de cada uno. Por eso deben escucharlo, porque es adentrarse en las mentes de los integrantes de Pink Floyd.