“Salí al escenario y al ver a toda esa gente tuve un ataque de nervios… Entonces traté de cantar”.

-Ella Fitzgerald-

 

Ella Jane Fitzgerald, conocida mundialmente como Ella Fitzgerald y apodada “Lady Ella”, “La reina del jazz” o “La Primera dama de la canción”; vio la luz un 25 de abril en Newport News, Estados Unidos. Cantante de jazz, swing blues, góspel, calypso, pop, entre otras; considerada entre las cantantes más influyente de la historia del jazz.  Fitzgerald poseía una voz única, con rango vocal de tres octavas, destacando su capacidad de improvisación.

Siendo una niña, Fitzgerald se mudó a Nueva York, al barrio de Harlem; ahí haría sus primeras presentaciones con la orquesta de Chick Webb, en el mítico Savoy Ballroom de Harlem. Gracias a la fuerza de su voz impresionó a propios y extraños; le faltaba estilo, pero poseía destreza para el fraseo, entonación e improvisación, aptitudes que la distinguieron de otras cantantes, la improvisación acabaría siendo uno de sus signos distintivos.

Fitzgerald ganó trece premios Grammy, recibió la Medalla Presidencial de la Libertad, el Premio USC “Magnum Opus” de la Universidad del Sur de California y el Doctorado Honoris Causa en Música por la Universidad de Harvard. Ella Fitzgerald pasó sus últimos días en casa, acompañada de su nieta Alice y su hijo Ray, a quien decía “Solo quiero escuchar los pájaros y la risa de Alice”; y fue así como el 15 de junio de 1996 murió, a la edad de 79 años.

Ella Fitzgerald nunca le dio importancia a sus premios, sólo le interesaba el legado musical que dejaría; tampoco permitió que se pensara que alguna de las canciones que interpretaba hiciera referencia a su vida privada, de la cual nunca habló. Ella Jane Fitzgerald fue una mujer que cantaba con espontaneidad y alegría, fue la mujer que dijo que le hubiera gustado ser guapa y afirmó con que lo único mejor que cantar, es cantar aún más.