Felicidades, maestro Bob Dylan
Hace menos de una semana que tuve el honor de verle en vivo. Sus más fieles seguidores copiaban su estilo con sombreros similares a los que aparecieron en las portadas de Desire y Nashville Skyline o como los que usa en sus presentaciones, incluyendo la reciente en Desert Trip.
Ante la sorpresa de que, después de quedar solo en la lista de nominaciones en años anteriores, ha sido galardonado por la Academia Sueca de Ciencias con el Premio Nobel de Literatura, los sombreros de sus fans caen para rendirle homenaje por su sensibilidad artística.
Querido maestro Dylan, ¿qué puedo decirle que no haya escuchado antes? Hoy encontraremos en los medios textos y reportajes en más de un idioma haciendo reconocimiento de su trayectoria. Muchos recordarán sus éxitos, otros harán un listado de razones por las que su música ha trascendido.
Debo confesar que no siempre lo vi como el músico y poeta que es. Cuando me acerqué a su música era apenas una niña. Fue en la escuela, en la clase de música que tuve que aprender las notas de ‘Blowin in the wind’, me gustaba la melodía tanto como pensar ¿Cuántos caminos serán? ¿Cuántos mares se recorrerán?
Pero mi padre, un melómano de corazón y gran admirador suyo, me llevó a conocer su nombre. De sus estantes sacaba revistas, acetatos y me daba datos curiosos sobre usted mientras yo practicaba su canción frente a mi teclado. Retuve poca información, mi infancia e ingenuidad no me permitían ver la relevancia de su nombre.
Fue hasta mi adolescencia que comencé a valorar el material de mi padre. Comencé a indagar entre los músicos que se escuchaban en mi casa. Sin recurrir a los clichés ‘Like a Rolling Stone’, ‘Knockin’ on Heaven’s Door’ y ‘Tambourine Man’ se escuchaban en ambos lados de un cassette grabado en un equipo con tornamesa y ecualizadores que había en mi sala.
Con el tiempo, supe que muchos lo consideraban un poeta; los músicos de mi generación lo admiraban y lo llamaban una fuente de inspiración. Señor Dylan, más que alabanzas tengo una pregunta para usted ¿alguna vez tuvo un ídolo que le hiciera sentir la misma emoción que nos provoca tener boletos para alguna de sus presentaciones?
Sólo lo he visto en vivo una vez en mi vida, al principio sentía que podía recriminarle no haber tocado ´Hurricane´ o ‘Everything is Broken’ pero entendí que lo suyo no es el espectáculo, no irá saltando de un lado a otro en el escenario ni contará anécdotas sobre sus canciones o su vida como compositor.
Lo suyo es ser un artística en el sentido más estricto de la palabra. Nadie quiere que el pintor grite y aviente pintura al espectador mientras visitan una exposición. Usted es un poeta y seguro habrá quienes cuestionen el premio que recibió mientras que otros comparten la emoción por tan grande reconocimiento.
De lo que yo estoy segura es que aún cuando no llevara a casa un Premio Nobel, usted es un maestro capaz de reinventar sus propias obras, capaz de llenar fechas y auditorios con sólo sentarse a tocar e interpretar sus canciones, sin cámaras ni grandes producciones que le adornen.
Usted es Bob Dylan, el hombre que retrata contextos en sus composiciones. El poeta cuyas letras trascienden en el tiempo no por su relevancia -de la cual gozan sin duda alguna- sino porque no pierden vigencia. Su nombre por sí sólo ya nos dice mucho. Aún así, cualquier pretexto es bueno para decir ¡Felicidades, maestro Dylan! Felicidades por su premio, pero aún más, por su talento.