En esta ocasión memoramos a un ilustre personaje que mediante su desempeño en diversos cargos públicos y, junto a sus  notables textos literarios, participó en la  conformación del nacionalismo mexicano, que se veía debilitado por la etapa que estaba cruzando nuestro país recién independizado.

Ignacio Manuel Altamirano Basilio era originario de Tixtla, Guerrero, nacido en el seno de una familia indígena chontal. Fue hasta que cumplió 14 años cuando aprendió a hablar español; ingresó al Instituto Literario de Toluca y posteriormente cursó la carrera en Derecho, donde afinaría su postura liberal y se introduciría en al ámbito de la política.

Se mantuvo firme en sus ideales, a pesar de estar inmerso en incontables batallas, conflictos e invasiones a nuestro territorio. Le era fiel a la patria, un hombre apasionado en su quehacer y la escritura era una de sus reconocidas virtudes. En su ambición por impulsar la cultura y educación mexicana, fundó el periódico literario “El Renacimiento” que conjuntaba las letras de importantes nacionalistas de ese entonces.

La obra de Altamirano incluye novelas, cuentos, crónicas, poesía, escritos sobre arte, educación y literatura, textos periodísticos y epistolarios. Todos impregnados de historia, nos transportan al pasado, contienen rastros de la constante lucha por ver un país consolidado, de la cual el autor fue actor y testigo a lo largo de su vida.

Gran impulsor de todas las expresiones artísticas nacionales, sus últimos días los pasó en Europa, murió el 13 de febrero de 1893. Si quieres adentrarte en su obra,  te recomendamos leer  sus tres novelas, Clemencia, El Zarco y Navidad en las montañas.