Esperas un tren, sabes a dónde esperas que te lleve, pero no estás seguro, pero eso no importa. ¿Cómo puede no importarte dónde te llevará el tren?

Desde hace milenios, la humanidad se ha visto intrigada por los límites de la mente, particularmente de los sueños. Esa curiosidad ha llevado a innumerables estudios e investigaciones, pero especialmente, ha inspirado a artistas a crear algunas de las obras más relevantes dentro de su respectivo campo. Uno de los ejemplos más claros fue la película que recaudó siete veces su presupuesto y se posicionó como una de las mejores cintas de su década, estamos hablamos de Inception

El Origen (Inception) es una película estadounidense de 2010, escrita y dirigida por Christopher Nolan y estelarizada por Leonardo DiCaprio, Ellen Page, Joseph Gordon-Levitt, Marion Cotillard y Tom Hardy. La cinta cuenta la historia de Cobb, un habilidoso ladrón que comete espionaje corporativo al infiltrarse en el subconsciente de sus objetivos, a quien se le ofrece la oportunidad de recuperar su antigua vida a cambio de una tarea que se considera imposible: “el origen”, la implantación de la idea de alguien más en el subconsciente del objetivo. 

Luego de sus trascendentales Batman Begins (2005) y The Dark Knight (2008), el mundo estaba más que expectante sobre el próximo proyecto del ‘maestro’. Para estas alturas, ya era conocido que Nolan gustaba de hacer un pequeño “limpia paladar” después de cada entrega del murciélago, tal como lo había hecho con The Prestige en el 2006. 

No obstante, en esta ocasión no se trató de nada “pequeño” o “discreto”. Tras el segador éxito de El Caballero de la Noche, el realizador británico consiguió lo que muchos cineastas jamás consiguen: libertad y confianza absoluta por parte de los estudios. Con esta nueva y poderosa arma, el director decidió que era momento de embarcarse en el proyecto que había estado desarrollando por lo últimos 9 años, lo cual debería ser suficiente para comprender la complejidad y el cuidado detrás del producto final. 

Desde los primeros intrigantes minutos de la película, nos queda claro que estamos ante una historia con varias capas que va a requerir de nuestra completa atención. Para utilizar un concepto tan cambiante y subjetivo como los sueños, el director de Insomnia (2002), recurre a todas las bases universales que tiene a la mano sobre las cuales sostenerse y el público pueda relacionarse con facilidad:  la sensación de caída o “patada” que inequívocamente nos despierta, la inhabilidad de recordar cómo comenzó el sueño o sus detalles específicos, etcétera. 

Una vez más, Nolan decidió cuestionar los límites de la realización cinematográfica, pero como le es usual, lo hizo modernizando y potencializando recursos que se han utilizado casi desde la invención del cine y que en algún punto la industria ha decidido olvidar o tachar como obsoletos. Bajo el mando correcto, cables, un set giratorio, explosivos y un camión disfrazado de tren son lo necesario para desdoblar visualmente los bordes de la realidad y deslumbrar a las audiencias. 

Pero si algo hemos aprendido, es que el realizador de Following (1998) es más que espectáculo visual, siempre es necesaria una sólida base emocional que nos dé el golpe final. Inception no es la excepción pues, dejando de lado los espectáculos visuales y narrativos que la adornan, nos cuenta la historia de un hombre profundamente atormentado por la pérdida de su esposa, pero especialmente por su complicada implicación en dicha tragedia.

Con este simple aunque poderoso cimiento, “Chris” Nolan nos obliga a cuestionarnos qué es lo que cada uno de nosotros guarda en el “sótano” de nuestro subconsciente, qué es eso que nos rehusamos a soltar, cuál es el ese recuerdo que nos negamos a dejar ir, no importando el dolor que nos cause, con tal de no dejarlo morir en el olvido, cuál o quién es ese recuerdo que permitimos infectar constantemente nuestros sueños e incluso nuestra realidad. 

De igual manera, inspirado por producciones como The Matrix (1999, Dir. Las Wachowskis), Dark City (1998, Dir. Alex Proyas), The Thirteenth Floor (1999, Dir. Josef Rusnak) y su propia Memento (2000), el realizador londinense nos recuerda que incluso la “realidad” que consideremos más férrea es, de hecho, puramente subjetiva. Nuestra mente es más poderosa de lo que podemos comprender, es la encargada de decirnos lo que es verdad y lo que es fantasía, y una vez que se rompe o se desconfía de ese acuerdo tácito, no hay vuelta atrás.  

Como se mencionó anteriormente, El Origen y The Prestige están relacionadas, pero su conexión va más allá de estar entre las películas de Batman. Ambas cintas tratan con lo que a primera vista se resume como la ilusión, pero una vez que se miran de cerca, nos encontramos con dos extensos ensayos sobre la realización cinematográfica, así como de nuestra experiencia como espectadores. Los dos filmes nos hablan casi descaradamente de la simplicidad e insuficiencia de nuestro mundo, de la necesidad de crear espectáculos que nos regalen momentos de fantasía, del arte y dedicación que requiere la creación de mundos imaginarios que puedan ser habitados por terceros.  

Como audiencia estamos acostumbrados a la clara diferenciación en el cine entre los sueños y el “mundo real”; saturación de color, alto contraste de iluminación, reverberación en el audio, y un largo etcétera. No obstante, en esta producción el objetivo es todo lo contrario, el que la audiencia sea incapaz de diferenciar a simple vista el mundo onírico del mundo terrenal. Para este efecto, Nolan y su fotógrafo de cabecera hasta ese momento, Wally Pfister, tratan ambos universos de igual manera, sin ningún tipo de distinción, trabajo que le valió al filme el Oscar a Mejor Fotografía. 

Este largometraje marca la primera colaboración entre el director y Hans Zimmer sin la intervención de un tercero. La banda sonora cuenta con los leitmotiv minimalistas que ya son insignia de Zimmer, al mismo tiempo que recurre a las guitarras eléctricas firmemente inspiradas por la música de James Bond y las películas de espías de la década de los 60. Así mismo, se utilizaron largas y profundas notas de la sección de metales (corno francés, trombón y trompeta) para crear el suntuoso sonido que hoy representa a la cinta, que nos hace sentir en constante caída libre y que fue imitado por compositores en todo el mundo durante casi una década. 

Desde hace 10 años, Inception ha mantenido a sus espectadores intrigados sobre la verdadera naturaleza de su controvertido final, pues parece que cada vez que la vemos, tenemos una respuesta totalmente diferente, haciéndonos parte esencial de la película. Aún hoy se pueden escuchar acaloradas discusiones sobre si la pirinola se detuvo o no, y lo que eso significa. El Origen se atrevió a extender los límites de la realidad misma, de Hollywood, del género de atracos y el cine neo-noir, demostrando de una vez y por todas que Christopher Nolan no fue un novato con suerte y que su talento va mucho más allá de Ciudad Gótica.