Joaquín Sabina, tan joven y tan viejo
Un tren descarrilado
Joaquín Sabina
El sexo es una guerra incivil, la única guerra
sin héroes ni vencidos, ni mártires ni santos,
cuando tú y yo buscamos lo mismo,
¡qué dulce cuerpo a tierra!
tan cerca del abismo, del éxtasis, del llanto.
Cuando se pudra el cielo, cuando silben las balas,
sabrás que dejo todo si tú me dices ven,
porque sigues contando conmigo por las malas,
por más que descarrile mi penúltimo tren.
Joaquín Ramón Martínez Sabina, mejor conocido como Joaquín Sabina, nació y creció durante la dictadura del General Francisco Franco, su carácter indomable y revolucionario lo llevaron al exilio durante siete años en Londres. Sabina describe esa etapa de la siguiente manera:
Son años en los que no cumples años. Estás siempre pensando ‘se va a morir Franco y voy a volver’, llevas una vida transitoria, en la que no echas raíces; no construyes casa, ni acumulas dinero, incluso, si tienes novia, piensas que no es para siempre porque volverás. Lo cual es estupendo, porque te da una sensación de provisionalidad fantástica.
Durante su estancia en Londres cantó en un lugar llamado Mexicano-Taverna, ahí, personalidades de la talla de George Harrison o Elizabeth Taylor llegaron a ser parte del público, en alguna ocasión Harrison le obsequió un billete de cinco libras, el cual ha cuidado como si fuera una pieza del Museo del Prado.
A Joaquín Sabina no se le puede encasillar en ninguno de los géneros musicales existentes, es un intérprete sui géneris; en cada ejecución se desenvuelve con maestría, en sus presentaciones demuestra un talento innato, proveniente desde temprana edad y de lo más profundo de su ser. Su talento lo entrelaza con la desesperanza, la juerga e ironía, posee el don de la observación, es capaz de leer el entorno para salir avante.
A través de sus canciones Sabina expresa esa nostalgia por las cosas que se hicieron y no hicieron, las contradicciones, lo que no se ha llegado a ser y hacer, el amor y los besos no dados. Es un personaje que engloba las emociones y condiciones más lacerantes del ser humano como soledad y locura, él lo sabe y lo asume como algo cotidiano; jugó a la ruleta y apostó para no atarse a un empleo, una familia convencional y al mismísimo Dios.
Al paso de los años, Sabina se ha convertido en un personaje mordaz y suspicaz, ha mencionado que: “Pertenezco a una generación que envejecerá sin dignidad, seguirá siendo joven, aunque por dentro esté hecha mierda”. El español siempre ha manifestado que para vivir sin preocupaciones y con dignidad, habrá que entender que “Vivir, es ir muriendo poco a poco”.