Hoy 12 de julio se conmemora el natalicio de un estandarte de la poesía latinoamericana; Pablo Neruda, oriundo de Parral, Chile mostró precoz interés por la escritura, a sus 19 años publicó Crepusculario, que fue su primer poemario en el que recopiló algunos escritos de su juventud, dedicados a los amantes y la intensidad de la angustia.

Un año más tarde logró el reconocimiento mundial con Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Esta obra tiene una gran envergadura literaria, contiene poemas de gran nivel lírico en los que manifiesta el contraste de una comunicación que se intenta y una esperanza que se frustra hacia la persona amada, Neruda con este logro uno de los mejores textos en cuanto a poesía se refiere.

 “En su llama mortal la luz te envuelve.

Absorta, pálida doliente, así situada

contra las viejas hélices del crepúsculo

que en torno a ti da vueltas”

Fragmento de Veinte poemas de amor y una canción desesperada

Pablo Neruda fue devoto a escribir sus memorias, sus experiencias a lo largo de la vida, y esto lo podemos ver en otra de sus obras titulada Confieso que he vivido, este fue su proyecto autobiográfico en donde como ya hemos dicho recoge todas sus experiencias. 

La diplomacia y la poesía acompañaron a Neruda a lo largo de su vida, fue un testigo de la historia del siglo XX. Varios de sus textos no sólo se limitan al amor sino que también ahondan en sus ideales políticos; acontecimientos como la Guerra civil española, misma que Neruda vivió ya que en esos años se desempeñaba como cónsul de Chile en Barcelona hasta ser parte del Partido Comunista de Chile en 1945. Todos estos hechos le dieron esencia a los pensamientos y escritos del poeta chileno y se convirtió en una voz para su pueblo y su gente, misma que le costó el ser exiliado.

Dentro de este homenaje no puedo negar el talento de Neruda y su potencial con las palabras, mismo que le llevó a ganar varios premios y reconocimientos como el Premio Nobel de Literatura en 1971, pero a la genialidad literaria del escritor, le persiguen historias de misoginia e injusticia. 

La primera de ellas, tiene que ver con su única hija, Malva Marina Reyes, procreada con su primera esposa la holandesa María Antonieta Hagenaar, la pequeña nació con hidrocefalia y murió a los ocho años en el abandono económico de su padre; según testimonian las cartas escritas por la misma María Antonieta pidiéndole la pensión para su hija y narrando las desventuras vividas para sobrellevar la vida en una Europa en guerra, incluso cuentan que se refería a ella como “un ser perfectamente ridículo”. 

La segunda historia, contada por el propio Neruda como una anécdota, es cuando violó a su sirvienta en Ceilán, Sri Lanka. Narrada de la siguiente manera en su texto Confieso que he vivido:

“Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama.

“El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia.” 

Fragmento de Confieso que he vivido

Al narrar estas historias me veo en la necesidad de exponer las dos caras del autor, separando así al escritor y al hombre. Considero importante hacer un análisis del personaje, no sólo de Neruda sino de cualquier escritor y/o escritora. Debemos ser capaces de criticar a los personajes que leemos más allá de sus escritos e ideas, para así poder generar nuestras propias opiniones.