A través de generaciones, nuestros padres y abuelos nos contaban historias, leyendas, cuentos y anécdotas que fueron parte importante de su vida y entorno social donde crecieron; esas palabras, relatos y memorias son los antecedentes de la literatura infantil. Nadie discute  la importancia y necesidad de formar lectores a muy temprana edad, hoy que celebramos el Día Internacional del Libro infantil y Juvenil estoy convencido que los libros son el mejor camino para el desarrollo humano.

Los libros enfocados a niños y jóvenes son un tesoro del saber, policromático, lúcido y exquisito que lamentablemente no está al alcance de todos; hay pocas cosas tan gratificantes como los libros. Éstos permiten al lector viajar hasta donde la imaginación le alcance, son una guía para afrontar la realidad, te hace libre, pero sobre todo como dice la escritora española Rosa Montero, “lo salva del horror del mundo”, los libros y la lectura son un acto de pasión que ayuda a preparar mejores personas para el futuro.

¿Qué podemos encontrar en un libro infantil y juvenil? La respuesta es muy extensa, sólo les puedo decir que descubren cosas como: ideas claras, frases que estimulan a la reflexión, personajes carismáticos, ilustraciones hermosísimas, cuentos cortos, historias para ir a dormir, que provoca la concentración, de nuestras raíces y del universo; el resultado son libros maravillosos, que serán una guía para los niños y jóvenes al mágico mundo de la literatura.

Los libros atrapan y maravillan, son un viaje permanente; mejor dicho, es un camino bifurcado hacia la ficción, que llena de alegría el cerebro, los ojos y el corazón; un jardín preparado y sembrado de imaginación, en pocas palabras, son una semilla que fortalecerá el vínculo de un recorrido que durará toda la vida.