Desde que en 1990 debutó en Vita coi figli, telefilm dirigido por Dino Risi (Alma Perdida), Monica Bellucci ha luchado con el lastre de su físico y la sexualización permanente a la que es expuesta por medios y audiencia.

La actriz italiana, consciente de la enajenación mediática hacia su belleza, forjó una carrera (tanto en moda como en cine), que obligaba al público a dejar de etiquetarla como un sex symbol y empezar a verla como una presencia histriónica incómoda, salvaje y libre.

El alma de de Giulietta Masina

Cuando se habla de las influencias de Monica Bellucci, inmediatamente pensamos en Sofía Loren, Gina Lollobrigida, Claudia Cardinale o Anna Magnani, sin embargo, en más de una entrevista Bellucci ha mencionado a Gulietta Masina como una guía espiritual y ejemplo a seguir.

Giulietta Masina es todo lo contrario a lo que el imaginario ha etiquetado como “diva italiana”. Una mujer pequeña, de rostro común y mirada perdida que actuaba desde la tradición de la mímica (“La Chaplin femenina” la llamaron alguna vez) e interpretaba personajes profundamente vulnerables, una característica que definió la carrera de Bellucci a lo largo de los años.

La vulnerabilidad como empoderamiento

Solemos vincular el concepto de vulnerabilidad con debilidad o sumisión, sin embargo, Monica Bellucci eligió a lo largo de su carrera papeles de mujeres vulnerables como canal para desmitificar su físico, su sexualidad, su edad e incluso su libertad. 

¿Ejemplos?

En Fasle Kargadan (Temporada de Rinocerontes), Bellucci interpreta a una mujer iraní que trata de reencontrarse con su esposo después de estar separada de él 30 años. En el filme, la caracterización de Bellucci es la de una mujer mayor (sin maquillajes o retoques digitales), hablar de esto parece superficial, sin embargo, la belleza y la relación con la edad ha sido una constante en el ataque mediático a Bellucci. 

¿Cuántas entrevistas o notas sobre la actriz italiana no contienen frases como “sigue siendo guapa a pesar de su edad”, “como los buenos vinos”, “el paso de la edad no afecta su belleza”?

Para la actriz, interpretar a Mina en False Kargadan fue una forma también de liberarse:

“Me encanta verme liberada de mi belleza”.

Quizá el ejemplo más claro y famoso del valor histriónico de Bellucci, es la muy comentada escena de Irreversible (Gaspar Noé), aquella terrible toma en donde el director franco-argentino filma una escena de violación en “tiempo real” con Bellucci como protagonista.

¿Tremendista, morbosa, nociva? Quizá, el cine de Noé siempre tiene estas características, lo que no se puede negar es el valor de Bellucci para mostrarse totalmente vulnerable en pantalla, para desmitificar su cuerpo, una parte profundamente íntima de su ser que el machismo hizo tabú, espectáculo y una especie de objeto sagrado.

Esos 15 minutos de Irreversible no sólo mostraron a las violaciones sin maquillaje o máscaras por primera vez en la historia del cine, sino que cambiaron la percepción del abuso sexual en las películas. 

Como estos, existen muchos ejemplos en la carrera de la italiana, una filmografía construída a partir de elecciones impopulares: cuentos de hadas nostálgicos (Le Meraviglie de Alice Rohrwacher), gore neonoir (Dobermann de Jan Kounen) o pesadillas surrealistas (Twin Peaks: The Return de David Lynch). 

Hoy Monica Bellucci cumple 59 años y su carrera ha sido inspiración para muchas mujeres que están tomando control de sus carreras como actrices tomando el control de sus proyectos: Margot Robbie produciendo I, Tonya o Emma Stone haciéndose cargo de Poor Things.

Larga vida a Belluci o como lo amerita este artículo: Lunga vita a Bellucci!