Por diversos motivos históricos/sociales, la gente que vivió entre 1685 y 1750, nunca comprendió en su totalidad lo afortunada que fue en compartir tiempo y espacio con Johann Sebastian Bach. Con la debida escala, a pesar de la interconexión digital que vivimos hoy en día, tal vez nunca alcancemos a comprender por completo los afortunados que somos de compartir tiempo y espacio con Sir Paul McCartney

Nacido el 18 de junio de 1942, James Paul McCartney llegó a un hogar modesto Liverpool, Inglaterra. Con la temprana pérdida de su madre, Mary Patricia, el pequeño Paul se vio fuertemente influenciado por el amor musical de su padre, Michael. A los 15 años, McCartney ingresó a The Quarrymen, donde conocería a John Lennon, George Harrison, Pete Best y Stuart Sutcliffe. Este último terminó por abandonar la banda, obligando a Paul convertirse en el nuevo bajista de la banda. El mundo tiene una deuda de por vida por Stuart Sutcliffe. 

Tras cambiar el nombre de la banda a The Beatles, Pete Best fue reemplazado por el enérgico Ringo Starr detrás de los tambores. Mucho se ha escrito ya sobre esta banda y esta época en la vida de Paul. Sobre cómo estos jóvenes revolucionarios la industria musical, cómo convertían la contracultura británica en cultura popular, cómo crecieron musical y espiritualmente hasta su inevitable separación en 1970. 

Sin embargo, poco se ha hablado sobre cómo McCartney poco a poco se convirtió en el líder implícito de la banda, después de que todos comenzaron a mostrar apatía en los últimos años de la agrupación. Sobre cómo fue McCartney quien salía por las noches a los clubes clandestinos para escuchar los nuevos sonidos de la ciudad para integrarlos al próximo álbum. Sobre cómo fue Paul quien introdujo a la banda a los nuevos conceptos filosóficos que los cambiaron para siempre. Sobre cómo Sgt. Pepper’s Lonely Heart Club Band, uno de los discos más exitosos e influyentes de la historia, fue un intento desesperado de Paul por mantener a The Beatles unidos y activos. 

Poco se ha hablado de lo lejos que ha llegado después de The Beatles. Sobre cómo el Libro Guinness de Récords Mundiales lo nombró el músico y compositor más exitoso de la historia. Sobre cómo batió en 1990 el récord de asistencia en un concierto privado, al tocar frente a 184 mil personas en Río de Janeiro. 

Poco se ha hablado sobre el virtuosismo multiinstrumentista de “Macca”, a pesar nunca tomó una sola clase de música en su vida. Sobre cómo perfeccionó el pop barroco y la influencia que ha significado para el mundo de la música. Sobre cómo siempre apuesta por algo nuevo, lanzando arriesgadas joyas como McCartney II, Press to Play, Driving Rain y Egypt Station. Sobre cómo ha mantenido 50 años ininterrumpidos de música excepcional. 

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A pesar de repetidas advertencias, tal vez sea demasiado tarde cuando comprendamos los afortunados que fuimos de presenciar algo tan deslumbrante como la carrera de McCartney. Cuando comprendamos el devoto esposo que fue para Linda hasta su muerte en 1998. Cuando comprendamos cómo cambió el uso del bajo eléctrico en la música popular. Cuando comprendamos la magnificencia de Nineteen Hundred and Eighty Five, Live and Let Die, Pipes of Peace, Once Upon A Long Ago, Beautiful Night, From a Lover to a Friend y Despite Repeated Warnings.

Para los eruditos, Paul McCartney nunca podría ser comparado con los grandes maestros de antaño. No obstante, su legado musical y cultural no irán a ningún lado. Seguirán esperando a que logremos comprenderlos en su totalidad y podamos, al fin, sonreír con asombro.