Se dice fácil cuando una persona llega a los ochenta años de edad, y se dice aún más fácil cuando esa persona ha dedicado poco más de cincuenta años a la industria fílmica. Ese es el caso de Ridley Scott, el director británico que logró conquistar a la audiencia e inspirar a generaciones de cineastas a materializar sus ideas. 

Hoy, a sus 85 años de edad, continúa con una vigencia más que lúcida, pues está a punto de estrenar Napoléon con Joaquín Phoenix, es por eso que además de ser un buen pretexto para recordar sus más grandes aportaciones a la cinematografía mundial como Alien, el Octavo Pasajero (1979), Blade Runner (1982), La Caída del Halcón Negro (2001), Hannibal (2001), Thelma y Loise (1991) y Gladiador (2000), debemos traer a la memoria aquellas obras sobresalientes en su filmografía, aunque tal vez un poco olvidadas. 

Lluvia Negra (1989)

Con un joven Michael Douglas, Lluvia Negra o Black Rain es un bien ejecutado filme de acción donde unos policías deben atrapar a un peligroso asesino de la Yakuza que se les escapó, sin embargo, para encontrarlo, deben pasar por exuberantes y muy apabullantes entornos criminales. Scott vuelve a explotar esa personalidad “cool” en su protagonista central, luego de la ola de este tropo en los años setenta, además que cada secuencia de acción es de gran logro técnico. La mezcla de estilos japonés y estadounidense, aquí tiene un referente sólido. 

Tormenta Blanca (1996)

Las cintas sobre la supervivencia humana en condiciones desfavorables siempre enganchan, pues el espectador crea una empatía por emociones desbordadas. Ridley Scott realizó Tormenta Blanca, la cual aborda a un grupo de jóvenes en un viaje marítimo lleno de diversión y aprendizaje, hasta que una tormenta blanca (llena de aire y sin nubes) los ataca y todos tendrán que sobrevivir. Jeff Bridges protagoniza esta película con súbitos cambios de ritmo y con ensordecedores momentos de tensión en relación al fenómeno natural.  

Hasta el límite (1997)

Puede gustar o no, pero esta cinta es un clásico de culto imperdible por dos factores: Demi Moore y el gran nivel de entretenimiento que ofrece en sus dos horas de duración. El director estadounidense colocó a la figura de la femme fatale dentro de un grupo bélico y la dotó de ideas, físico y personalidad, características dignas de fuerza femenina. La película gira en torno a Moore y para nada es queja, mas bien ahí radica su valor. 

Los tramposos (2003)

Nicolas Cage es Roy, un maniático con agorafobia carente de vínculos sanos, quien junto a Frank (interpretado por Sam Rockwell), se dedican a estafar. Todo va bien en el negocio, tanto que un día están a punto de realizar el golpe que tal vez los retire, sin embargo, la hija desconocida de Roy llega y todo da un giro de 360 grados. La química entre los tres protagonistas (Cage, Rockwell y Alison Lohman) es de las mejores desarrolladas en la filmografía de Scott, además que la comedia basada en diálogos y situaciones incómodas no tiene desperdicio alguno y menos si Cage está involucrado. 

Cruzada (2005)

Es innegable el gusto (y la gran habilidad) que tiene Ridley Scott por explorar épocas históricas de carácter bélico (como ejemplos Gladiador, El Último Duelo, Éxodo: Dioses y Reyes, Robin Hood) y Cruzada, además de violenta, es profunda y espectacular en términos estéticos. Orlando Bloom, Eva Green, Jeremy Irons, Liam Neeson, Brendan Gleeson, Edward Norton, son algunos de los que desfilan entre espadas y lodo para entregar un producto emocionante y de escala épica.